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4. El período helenístico

En la segunda mitad del siglo IV a.C. las ciudades griegas cayeron bajo la hegemonía del rey Filipo de Macedonia. Para afianzar su poder, su hijo, Alejandro Magno, unió a todos los griegos en una campaña contra el Imperio Persa. Alejandro Magno consiguió derrotarlo y crear así un inmenso imperio, que abarcaba desde Egipto hasta el río Indo. No obstante, murió prematuramente en el 323 a.C., cuando contaba solo 32 años. A su muerte sus principales generales se disputaron su imperio, que quedó finalmente dividido en diversos reinos helenísticos (Macedonia; Pérgamo; Bitinia; Siria; Egipto...). Eran monarquías hereditarias dirigidas por reyes de cultura griega, que gobernaban de forma absoluta sobre las poblaciones locales apoyándose en una red de ciudades griegas, la mayoría de nueva fundación, a las que concedían privilegios jurídicos y políticos. Con el tiempo, estos reinos acabaron cayendo a manos de la nueva potencia mediterránea, Roma, que se apoderó del último de ellos, Egipto, en el año 30 a.C.

Mosaico de Alejandro Magno
Alejandro Magno durante la Batalla de Iso (333 a.C.). Mosaico de Pompeya (aprox. 100 a.C.), copia de una pintura helenística. Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
Imagen de B. Werner en Wikimedia Commons (detalle). Licencia CC BY-SA

Durante este período se desarrolló la civilización helenística, caracterizada por la conversión de la cultura griega en cultura dominante en vastos territorios y su fusión con las culturas orientales propias de estos territorios. Esta mezcla de elementos enriqueció extraordinariamente la cultura griega. Pero significó también el alejamiento de los modelos clásicos, que estaban vinculados a la ciudad-estado. El fin de la independencia de las polis y la enorme ampliación de los horizontes de referencia debilitaron la antigua mentalidad ciudadana. Se desarrolló el individualismo y con él un sentimiento de inseguridad, que explica la búsqueda de nuevas religiones basadas en la devoción personal a un único dios, en su mayoría de origen oriental.

Imperio de Alejandro Magno
Imagen de elaboración propia a partir de información geográfica de Ancient World Mapping Center (licencia ODbL) y Pleiades (licencia CC).

Por otra parte, el aumento de la circulación de riqueza hizo que el arte y la cultura consiguieran una clientela mucho más amplia y diversa. Los clientes fundamentales del arte clásico habían sido las ciudades y los templos, por lo que este había sido ante todo un arte político y religioso. A esa clientela se sumaron ahora los reyes helenísticos, que buscaban en el arte un instrumento propagandístico de su poder. Pero junto a ellos creció la demanda privada de arte, que simplemente buscaba en este un elemento de placer estético o distinción social. Se desarrolló así un mercado del arte, que lo convirtió en un producto más mundano y secular.

Todas estas transformaciones dieron como resultado un arte original, el arte helenístico, que adapta la herencia clásica a las nuevas inquietudes propias de la civilización helenística.

Santuario de Atenea Nicéforo
Superposición de órdenes en el santuario de Atenea Nicéforo (Pérgamo) (II a.C.). Museo de Pérgamo (Berlín).
Imagen de Carole Raddato en Wikimedia Commons. Licencia CC.

En arquitectura las principales aportaciones del período helenístico fueron las siguientes:

  • Continuó la evolución de los órdenes hacía una mayor esbeltez y ornamentación, así como un creciente predominio del orden corintio.
  • Los edificios asumieron una escala más grandiosa y se hicieron más ostentosos. Se popularizó la construcción de edificios de varias plantas, con columnas gigantes y superposición de órdenes (por ejemplo, orden dórico en la primera planta, jónico en la segunda...).
  • Las numerosas fundaciones de ciudades impulsaron el urbanismo, es decir, la organización planificada de los edificios y espacios abiertos de la ciudad. En el urbanismo helenístico destaca el uso del trazado hipodámico (un tipo de plano urbano de origen arcaico que se organiza en vías paralelas y perpendiculares) y la búsqueda de la perspectiva y del efecto teatral en los grandes conjuntos monumentales, concebidos para impresionar al espectador.
Boxeador del Quirinal
Boxeador del Quirinal. Palazzo Massimo alle Terme (Roma).
Imagen de Livioandronico2013 en Wikimedia Commons. Licencia CC.
Anciana ebria
Anciana ebria. Gliptoteca de Munich.
Imagen de elaboración propia.

En escultura se desarrollaron especialmente varias líneas de evolución:

  • Las esculturas se conciben cada vez más para que sean contempladas desde una multiplicidad de puntos de vista. Esta práctica aparece conectada con el creciente uso urbanístico de la escultura, es decir su uso como ornamento de los principales espacios urbanos (plazas...).
  • Frente a la serenidad clásica se acentúa el dinamismo, esculpiéndose las figuras con posturas en torsión y creándose composiciones en espiral.
  • Las composiciones se hacen más complejas, integrando diversos personajes. Destacan a este respecto las composiciones triangulares, que tendrán gran influencia en el Renacimiento.
  • Se produce una ampliación del repertorio iconográfico. A las divinidades griegas clásicas se suman las nuevas divinidades surgidas del sincretismo con las religiones orientales, así como alegorías. El arte se seculariza, es decir, se desarrolla un arte ajeno al terreno religioso. Ese arte busca plasmar tipos reales, de cualquier edad, etnia o condición social, más que centrarse en modelos ideales. Frente al ciudadano ideal del clasicismo, se representa cada vez más al individuo singular: el rey, el artista, el político, el filósofo, el mecenas (o sea, la persona que patrocina el arte con su dinero)... Se desarrolla así el retrato, en el que no se duda en captar los defectos en la medida en que permitan caracterizar al retratado. De esa forma, el individualismo helenístico inunda el arte.
  • El naturalismo clásico se divide en dos tendencias. Por un lado se sigue profundizando en el realismo idealista de tradición clásica. Por otro lado, se desarrolla una tendencia a la que podríamos llamar realismo naturalista, utilizando el sentido de naturalismo que predomina en el arte posterior. Esa tendencia muestra un creciente gusto por el realismo descarnado y la expresividad, incluso en sus manifestaciones más extremas, alejándose de la idealización, la armonía y la serenidad.
Busto de Demóstenes
Busto de Demóstenes. Copia del Museo del Louvre (París).
Imagen de Marie-Lan Nguyen en Wikimedia Commons. Licencia CC.
Gálata suicida
Gálata suicida (Museo Altemps, Roma), parte del monumento de Atalo I por su victoria sobre los gálatas.
Imagen de MM en Wikimedia Commons. Licencia CC.

Durante el helenismo la producción escultórica florece en multitud de centros y en manos de numerosos artistas, promocionados por los nuevos mecenas de la época. Podemos clasificar toda esta amplia producción en una serie de centros artísticos caracterizados por una serie de rasgos predominantes.

1) La escuela de Atenas. En Atenas el gran peso de la herencia clásica favoreció el desarrollo de la escuela neoática, que recupera los modelos clásicos y profundiza en la línea del realismo idealista, creando figuras de gran elegancia y delicadeza. Este espíritu neoático se puede observar también fuera de Atenas, como es el caso de la Venus de Milo. También es importante en Atenas el desarrollo del retrato, como el del orador Demóstenes.

2) La escuela de Alejandría. En Alejandría, la gran metrópolis fundada por Alejandro Magno en el delta del Nilo, predominan los temas alegóricos (como la alegoría del Nilo) y temas cotidianos y populares, en los que a menudo se profundiza en el realismo más descarnado (por ejemplo, en el Boxeador o la Anciana ebria).

3) La escuela de Pérgamo. Pérgamo, en la costa turca, fue la capital de un próspero reino helenístico. En torno a su corte se desarrolló esta escuela de Pérgamo, caracterizada por el gusto por los temas patéticos, inspirados en sentimientos apasionados y con puestas en escena dramáticas. Buenos ejemplos de ellos son el monumento de Atalo I de Pérgamo por su victoria sobre los gálatas y el altar de Zeus en Pérgamo.

4) La escuela de Rodas. La isla de Rodas, en la costa turca, fue uno de los más importantes puertos del helenismo. Allí surgió esta escuela, que profundiza en el espíritu dramático de Pérgamo. Las obras de esta escuela se caracterizan por el afán por lo gigantesco, por la captación de la expresión de dolor y los movimientos contorsionados. Dos grandes obras se acerca al espíritu de esta escuela, aunque no esté clara su atribución a ella. Son la Victoria de Samotracia y el Laocoonte y sus hijos.

La importancia del arte helenístico para el arte posterior es muy grande. Los romanos adoptaron los modelos artísticos clásicos a través del arte helenístico. Muchas de las características del arte romano, como el gusto por el retrato realista, el interés por el urbanismo o el uso propagandístico del arte, deben mucho a esta herencia helenística.