3.2.1. Los grandes maestros del siglo V a.C.
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Auriga de Delfos (aprox. 475 a.C.). Museo Arqueológico de Delfos. |
Dentro del período clásico podemos ver una evolución. En la primera mitad del siglo V a.C. la escultura clásica se caracteriza por un estilo severo, muy sobrio, que aún sigue centrándose en los logros técnicos, especialmente en la ruptura con la ley de frontalidad y la formulación del canon clásico. Un buen ejemplo de esta preocupación es el discóbolo de Mirón, con su complicado contraposto.
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| Auriga de Delfos (aprox. 475 a.C.). Museo Arqueológico de Delfos. Imagen de Larry en Flickr. Licencia CC |
En la segunda mitad del siglo V a.C. la escultura clásica llega a su madurez. Los principales avances técnicos han sido ya alcanzados y los autores se centran en sacar todo el partido a los modelos formales alcanzados en la primera mitad del siglo. La severidad de las primeras esculturas da paso a una captación más viva de la serenidad interior de los personajes. Destacan dos grandes maestros en este período:
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Policleto fue un maestro de la escultura en bronce, aunque ninguno de sus originales se ha conservado. Fue además el gran teórico del canon de belleza. Dedicó a este tema un libro conocido como Canon. Aunque se ha perdido, sabemos que en él Policleto defendía un canon basado en la proporción matemática entre las distintas partes del cuerpo. De este canon el rasgo más conocido es la mencionada proporción de las 7 cabezas. Se considera que la plasmación material de ese canon es el Doríforo, que representa a un guerrero o héroe desnudo que porta una lanza. Otra obra importante de este autor es el Diadumeno, que representa a un joven que se ata una banda en el pelo.
Diadumeno de Policleto (aprox. 420 a.C.). Copia del Museo Arqueológico Nacional de Atenas.
Imagen de A. B. Cantero Paz en Flickr. Licencia CC.
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Fidias fue considerado desde la Antigüedad el máximo representante de este período, si bien conservamos pocas obras originales que se le puedan atribuir con seguridad. Sabemos que dirigió y seguramente realizó en parte la decoración escultórica del Partenón. Pero se han perdido algunas de sus esculturas más famosas, como la Atenea Parthenos. Fidias destaca por su maestría en la creación de imágenes de culto capaces de provocar devoción. Para ello consigue dotar a las estatuas de una espiritualidad capaz de expresar la majestad divina. En sus relieves, la obra de Fidias se caracteriza por sus complejas composiciones, en las que se logra representar el tema con gran naturalidad y evitar la monotonía. Por otra parte, Fidias desarrolló la técnica de los paños mojados, que consiste en representar los ropajes femeninos con abundantes y finos pliegues, como si se tratara de ropas mojadas que se pegan al cuerpo, transparentando la piel desnuda que hay bajo el ropaje. Asimismo, logró dar a sus relieves el efecto de perspectiva mediante la técnica consistente en rebajar el volumen de las figuras a medida que se encuentran más al fondo de la composición. A esa técnica se le llamará en el Renacimiento schiacciato (o stiacciato), o sea, relieve aplanado. El friso de las Panateneas del Partenón es su mejor ejemplo.
La Atenea Lemnia de Fidias (aprox. 450/440 a.C.) es un buen ejemplo de la capacidad de Fidias para dotar a sus estatuas de espiritualidad. Copia del Museo Arqueológico de Bolonia.
Imagen de BEIC en Wikimedia Commons. Licencia CC.
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