3.2.2. Los grandes maestros del siglo IV a.C.

El siglo IV a.C. representa la época final del clasicismo. Es el momento en el que el clasicismo ya ha llegado a su cima y nuevos autores comienzan a aportar un estilo más personal a sus obras, que en algunos aspectos anuncian la posterior evolución del arte helenístico. Vamos a centrarnos en tres de estos autores:

• 	Apolo Sauróctono (aprox. 350/340 a.C.). Copia del Museo del Louvre. Imagen de Baldiri en Wikimedia Commons. Dominio público. Desde 2003 muchos aseguran que se ha reencontrado el original en bronce. ¿Quieres saber más sobre el tema? Pulsa en este enlace.

  Praxíteles se caracteriza por sus esculturas llenas de encanto, delicadeza y gracia. Sus anatomías son más sensuales y delicadas que las de autores anteriores. Se trata de cuerpos menos robustos, con musculaturas menos marcadas y formas más redondeadas y suaves. Esa suavidad se acentúa gracias a la maestría de Praxíteles en las texturas. Sus temas son también ligeros y llenos de encanto. A menudo son temas mitológicos de carácter anecdótico. Su aportación más característica es su famosa curva praxiteliana, que es una acentuación rítmica y ondulada del tradicional contraposto, obtenida mediante el procedimiento de hacer que las figuras se apoyen en un punto exterior, lo que desplaza el eje de gravedad del cuerpo con respecto a su eje de simetría. Entre sus obras destacan el sátiro escanciador, el Apolo sauróctonos o la Afrodita de Cnido. Pero su mayor obra es el Hermes con Dionisos niño.

Afrodita de Cnido (aprox. 360 a.C.). Copia de los Museos Vaticanos (Roma). Imagen de F. Tronchin en Flickr. Licencia CC.	Cabeza de la Afrodita de Cnido (aprox. 360 a.C.). Copia del Museo del Louvre (París). Imagen de Eric Gaba en Wikimedia Commons. Licencia CC.
La Afrodita o Venus de Cnido es el primer desnudo íntegro femenino que conocemos en el arte griego.

• Escopas se caracteriza por su profundización en los sentimientos acentuados, en la pasión (pathos), creando figuras trágicas, vehementes y atormentadas. La misma expresividad se observa en los rostros, con ceños marcados y ojos profundos. Obras destacadas de este autor son la cabeza de Meleagro, los relieves del Mausoleo de Halicarnaso o la Ménade furiosa.

Escopas, Cabeza de Meleagro (mediados del IV a.C.). Copia de los Museos Vaticanos (Roma). Imagen de Egisto Sani en Flickr. Licencia CC.	Escopas, Ménade furiosa (aprox. 330 a.C.). Museo de Dresde (Alemania). Imagen de Li Taipo en Flickr. Licencia CC.

• 	Hércules Farnesio, copia romana de un original de Lisipo (IV a.C.). Museo Arqueológico Nacional de Nápoles. En el Hércules Farnesio Lisipo exploró una anatomía mucho más pesada y robusta que la de su canon habitual. Hércules o Heracles aparece descansando junto a sus atributos tradicionales: el garrote y la piel del león de Nemea, al que dio muerte. Imagen de Marie-Lan Nguyen en Wikimedia Commons. Licencia CC.

  Lisipo representa la síntesis tardo-clásica de las dos tendencias anteriores: la gracia de Praxíteles y la pasión de Escopas. Pero sobre todo es célebre por su revisión del canon clásico. Sustituye el canon de siete cabezas de Policleto por un canon de ocho cabezas. De esa forma, sus figuras son más finas y esbeltas que las de Policleto. Otro rasgo característico es que sus esculturas están concebidas para observarse desde múltiples puntos de vista, es decir, que animan al espectador a girar en torno a la escultura para apreciar adecuadamente su composición. Entre sus obras destaca el Apoxiomeno.