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3.1. Los partidos políticos

Caricatura de los partidos dinásticos
"El espejo de la conciencia". Sagasta y sus colaboradores se miran al espejo y su reflejo es el de Cánovas y sus colaboradores. De esa forma El Motín, revista satírica de orientación republicana, pretendía hacer ver que conservadores y liberales eran en el fondo la misma cosa. (El Motín, 29/1/1882)
Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC.

El sistema canovista reposó en un mapa político muy estable. Lo dominaban los dos principales partidos, el Partido Liberal-Conservador de Cánovas, situado en la derecha liberal, y el Partido Liberal de Sagasta, situado en el centro-izquierda liberal. Fueron llamados los partidos dinásticos, porque controlaron en exclusiva los gobiernos de la monarquía. Pese a sus divergencias ideológicas, sus decisiones políticas eran en realidad más parecidas de lo que aparentaban sus programas. Desde el punto de vista social, representaban a las clases acomodadas, aunque el Partido Conservador tenía más seguidores entre la aristocracia y la alta burguesía rural y el Partido Progresista entre la alta burguesía industrial y la baja burguesía.

Junto a los partidos dinásticos existían otras formaciones minoritarias de ideología muy similar, formadas en realidad en torno a la personalidad de un político. También hubo siempre candidatos independientes. A menudo los mismos políticos aparecen en unas elecciones asociados a una u otra candidatura según evolucionaban sus relaciones personales con los líderes de los grandes partidos. En realidad, estos partidos no eran más que camarillas que rodeaban a algunos líderes o notables, que podían llevarse a todos sus seguidores si temporalmente rompían con alguno de los partidos. Por eso a menudo no es fácil contar exactamente qué escaños obtenía cada uno de los partidos mayoritarios.

Más estables eran algunas formaciones minoritarias de derechas que colaboraron con el sistema. Una de ellas era la Unión Católica. Ésta representaba a una ideología política en alza, el catolicismo político, que aspiraba a incorporar en la vida política los principios católicos propagados por el Vaticano. Era un movimiento muy conservador en lo político, pero tenía una mayor preocupación social que el conservadurismo liberal.

A la izquierda de los partidos dinásticos se encontraban los republicanos. El republicanismo había quedado agotado por el fracaso de la I República y se encontraba profundamente dividido entre una serie de formaciones agrupadas en torno a algunos de los líderes del período revolucionario. Los más moderados eran los posibilistas de Castelar, quien en 1890, con la aprobación del sufragio universal, decidió disolver el partido y recomendar a sus miembros el ingreso en el Partido Liberal. Ruiz Zorrilla fue condenado al exilio y desde allí trató de organizar golpes de Estado para restablecer la República. sin embargo no tuvo éxito, ya que se mantuvo fiel a la vieja tradición de la conspiración militar, alejándose de la naciente opinión pública española. Nicolás Salmerón, exiliado también por un tiempo, lideró a un grupo de republicanos moderados en sus tácticas y formados en su mayoría por intelectuales. Pi y Margall, por su parte, reorganizó el Partido Federal. Casi todas estas corrientes llegaron a presentarse unidas en una sola candidatura, pero solo por breve tiempo.

Tendencias políticas durante la Restauración
Nota: Los términos sin recuadros representan tendencias ideológicas generales. Los términos en recuadros representan partidos o agrupaciones políticas (Se da el nombre más simple por el que se les conoce, que no siempre coincide con el nombre oficial). Entre paréntesis aparece la fecha de fundación de los partidos y algunos de sus principales líderes.
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Imagen de elaboración propia
Ideal Andaluz
"Ideal Andaluz", de Blas Infante, publicada en 1915, es una de las obras fundacionales del regionalismo andaluz o andalucismo.
Imagen en Biblioteca Digital Hispánica. Licencia CC.

Otras formaciones representaban una nueva fuerza política en ascenso, el regionalismo, que defendía los intereses de algunas regiones concretas y el reconocimiento político de sus caracteres particulares. Pronto el regionalismo comenzó a evolucionar hacia el nacionalismo, que defendía que las mencionadas regiones constituían naciones que debían ser reconocidas políticamente en el seno del Estado español. Los dos principales focos regionalistas y nacionalistas fueron Cataluña y el País Vasco. En Cataluña el movimiento consiguió una mayor unidad de acción a partir de la creación en 1901 de la Liga Regionalista, de ideología conservadora. En el País Vasco se fundó en 1895 el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que en sus primeros tiempos representaba una fuerza de extrema derecha, heredera del carlismo, y defensora de los fueros vascos y el catolicismo político. También surgieron movimientos regionalistas de menor peso en Galicia o Andalucía.

El andalucismo hundía sus raíces en el movimiento republicano federal, que en 1883 aprobó en Antequera un proyecto de constitución federal para Andalucía. A comienzos del siglo XX Blas Infante (1885-1936) lideró y dio impulso al andalucismo, que siguió orientado hacia la izquierda liberal y el federalismo. En 1918 la Asamblea de Ronda puso las bases del andalucismo contemporáneo, incluyendo las actuales bandera y escudo andaluces.

Pablo Iglesias
Pablo Iglesias (1850-1925), fundador del PSOE y primer diputado socialista en España (fotografía en Vida socialista, 1/5/1910)
Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC.

Enfrentados al sistema político vigente se encontraban los llamados partidos antidinásticos. En la extrema derecha se encontraban los carlistas o tradicionalistas. En la extrema izquierda se encontraba el movimiento obrero. El socialismo marxista logró organizarse a partir de una asociación de tipógrafos de Madrid, fundándose en 1879 el Partido Socialista Obrero, más tarde llamado Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Su fundador y líder fue Pablo Iglesias, que acabaría siendo el primer diputado socialista español en 1910. En 1888 el PSOE fundó un sindicato marxista, la Unión General de Trabajadores (UGT). Más a la izquierda, y aún dominando el movimiento obrero español, se encontraban los anarquistas. Estaban divididos en distintas organizaciones, que nunca aceptaron participar en política. El sector más influyente del anarquismo fue el anarcosindicalismo, que apostaba por la actividad sindical como instrumento para lograr los fines del anarquismo. Desde 1910 el anarcosindicalismo quedó organizado en la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), una confederación de sindicatos de orientación anarcosindicalista.

Manifestación del 1 de mayo en 1911
Manifestación del Primero de Mayo por la Calle de Alcalá de Madrid en 1911 (Vida Socialista, 7/5/1911). Desde finales del siglo XIX el 1 de mayo se convirtió en la principal jornada reivindicativa del movimiento obrero.
Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC.