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4.3. El desarrollismo (1957-1973)

Tras la II Guerra Mundial el mundo quedó dividido entre las zonas de influencia de dos superpotencias. Por un lado estaba Estados Unidos, que había ayudado a la Europa occidental a reconstruirse mediante el Plan Marshall (1947-1952) y lideraba a los países capitalistas. Por otro, estaba la URSS, que lideraba el bloque comunista. Dado que ambas superpotencias tenían armamento nuclear evitaban una guerra directa, por lo que las tensiones entre ellas estallaban en forma de conflictos localizados en terceros países (guerra de Corea, guerra de Vietnam, crisis de los misiles en Cuba, etc.). Es lo que se llama Guerra Fría.

La Guerra Fría hizo que España comenzara a aparecer como un útil aliado de Estados Unidos, para quien su anticomunismo resultaba más importante que su ausencia de libertades. Este cálculo político acabó con el aislamiento internacional del régimen de Franco. Desde 1950 Estados Unidos comenzó a prestar ayuda financiera a España y a colaborar en su reinserción internacional. La gran inflexión se produjo en 1953. A la vez que España firmaba el Concordato con la Santa Sede, firmaba también con Estados Unidos los Pactos de Madrid, por los que se establecían bases militares estadounidenses en España a cambio de ayuda militar y económica. De esa forma, aunque España quedó excluida del Plan Marshall, sí recibió una importante ayuda americana, que se prolongó hasta 1963. El hecho de que la ayuda se concentrara más en alimentos y materias primas que en bienes de capital impidió que se convirtiera en un estímulo directo para el desarrollo económico, pero a cambio permitió aliviar el hambre y la pobreza de los españoles. Además, la ayuda americana creó un clima de confianza que favoreció la inversión extranjera y la progresiva integración española en las instituciones internacionales.

Franco y Eisenhower
Franco junto al presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, durante su visita oficial a España en 1959
Imagen de U.S. National Archives en Wikimedia Commons. Dominio público

La entrada de capital americano, el nuevo clima de confianza y algunas medidas liberalizadoras permitieron una tímida reactivación industrial. Esta fue acompañada por un aumento de precios, que a su vez contribuyó a desencadenar una oleada de protestas obreras y estudiantiles. El intento del Ministro de Trabajo falangista de solucionar el problema aumentando bruscamente los salarios hizo que la inflación se disparara. A ello se sumó el empeoramiento de la balanza de pagos por el aumento de importaciones y la debilidad de la peseta.

Para hacer frente a la crisis, a partir de 1957 Franco integró en el gobierno a un grupo de tecnócratas, personajes con buena formación económica, en su mayoría vinculados a la organización católica Opus Dei. Los tecnócratas dominaron los gobiernos franquistas durante esta etapa. Su objetivo era garantizar un progreso económico sólido para evitar la apertura política. Su actuación se resume en el desarrollo de dos grandes planes que marcaron dos épocas.

El Plan de Estabilización (1959) fue un plan de choque dirigido a sanear el desequilibrado desarrollo económico español siguiendo las recetas del liberalismo económico. Se impuso una política de ahorro, reduciendo el gasto público. Se fijaron tipos de interés altos y se restringió el crédito para frenar la inflación. Se estableció la liberalización progresiva del comercio exterior e interior, reduciendo los férreos controles estatales. Se facilitó la entrada de capitales extranjeros. Se devaluó y regularizó la peseta para facilitar las exportaciones. Se aumentó la presión fiscal. Los salarios quedaron congelados hasta 1964. El plan logró el objetivo de la estabilidad: la inflación se detuvo, se corrigió el déficit en la balanza de pagos y se avanzó hacia la liberalización económica. Pero el coste social fue muy alto: la pobreza y el paro aumentaron.

Muchos españoles se vieron obligados a emigrar en busca de mejores oportunidades. La emigración exterior se veía además estimulada por el régimen franquista y por la demanda de mano de obra en Latinoamérica y Europa. En las dos últimas décadas del franquismo la emigración exterior se convertiría en un fenómeno de enormes dimensiones. La emigración fue una dura experiencia para sus protagonistas y creó grandes desequilibrios demográficos en España. Pero benefició extraordinariamente al desarrollo económico de España, especialmente porque significó la llegada de enormes cantidades de divisas en forma de ahorros enviados por los emigrantes a sus familias, las llamadas remesas. Muchos historiadores piensan que estas remesas tuvieron un impacto directo en el crecimiento económico de España muy superior al de la ayuda americana o los planes económicos del franquismo.

Una vez alcanzada la estabilización deseada, el siguiente paso era estimular el ritmo del crecimiento económico. Con ese fin se crearon los Planes de Desarrollo (1964-1975). Se trató de una serie de planes económicos trienales que tenían como objetivo lograr el despegue de la economía española mediante una política de incentivos a la modernización de determinados sectores y áreas industriales por medio de ayudas públicas a la empresa privada (subvenciones, reducciones fiscales, facilidades al establecimiento...). La principal herramienta para ello fue la creación de polos de desarrollo, núcleos en cuyo desarrollo industrial se concentraba la inversión pública para que ejercieran un efecto multiplicador sobre la economía de su entorno. Sevilla y Huelva (Polo Químico), por ejemplo, fueron polos de desarrollo.

Turismo en los 60
El turismo de sol y playa fue el principal gancho del boom turístico de los 60.
Imagen de Teresa Avellanosa en Flickr. Licencia CC BY

Se ha discutido mucho sobre los efectos de los planes de desarrollo sobre la economía española. Parece claro que el efecto multiplicador sobre la economía española no tuvo el alcance deseado. Muchos historiadores incluso opinan que su influencia fue más bien negativa. Sea gracias a los planes de desarrollo o pese a ellos, lo cierto es que durante la década de los años 60 se produjo un extraordinario despegue económico. Entre sus causas se encuentran la llegada de divisas procedentes de los emigrantes, el favorable contexto económico internacional, la apertura de la economía española, sus bajos costos laborales, que favorecían la inversión extranjera, y, finalmente, el boom del turismo. España, un país barato, próximo a los países más ricos de Europa y dotada de abundante sol y playa, se convirtió en un destino privilegiado de millones de turistas europeos. Aparte de sus enormes efectos económicos, el turismo y la emigración tuvieron un importante efecto cultural: pusieron a los españoles en contacto directo con sus vecinos europeos y aumentó de esa forma sus expectativas económicas, culturales y políticas. Ahora bien, pese al innegable milagro económico que supuso el desarrollismo, España tuvo que pagar por ello el precio de un desarrollo descontrolado, que provocó de nuevo la inflación y la acentuación de los contrastes regionales, sectoriales y sociales.

La apertura al exterior tuvo importantes consecuencias políticas, ya que obligaron a Franco a adaptar el régimen a las nuevas circunstancias. En un primer momento el franquismo intentó reafirmarse ideológicamente. Ese era el objetivo de una nueva Ley Fundamental, La Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958), que enumeraba los fundamentos ideológicos del Estado franquista y los declaraba permanentes e inalterables. Pero la realidad se impuso y posteriormente el régimen tendió hacia la flexibilización.

Juan Carlos I
Juan Carlos I en 1971
Imagen de U.S. National Archives en Wikimedia Commons. Dominio público

Otra Ley Fundamental, la Ley Orgánica del Estado (1967), compiló en un solo texto toda la estructura institucional de la democracia orgánica, dándole un enfoque ligeramente reformista. Entre sus aportaciones estuvo la separación formal de los cargos de Jefe de Estado y Presidente del Gobierno. Su reforma más importante fue adaptar a las Cortes el sistema del "tercio familiar" que ya existía en los ayuntamientos, es decir, la elección de un tercio de los procuradores por los cabezas de familia. Otras normas representaron tímidos avances reformistas. La Ley de Prensa de 1966, elaborada por el Ministro Manuel Fraga Iribarne, suavizó la censura. La Ley de Libertad Religiosa (1967) concedió cierto grado de libertad religiosa. La legislación sindical del ministro falangista José Solís autorizó elecciones sindicales relativamente democráticas, aunque a ellas no podían concurrir sindicatos en sentido estricto. En 1969 Franco se decidió finalmente a nombrar sucesor de la Corona a Juan Carlos de Borbón, que por un acuerdo entre su padre y Franco se había criado en España.

Evolución del PIB en España durante el franquismo
En la gráfica se pueden apreciar algunoa de los principales fases de la evolución de la economía española del siglo XX: los felices años 20; la crisis del 29 y la depresión de los 30; el impacto de la Guerra Civil y la posguerra; la lenta recuperación de los años 50; el boom económico de los años 60 y los efectos de la crisis del petróleo de 1973.
Imagen de elaboración propia.