Tanto o más importante que estos fundamentos ideológicos eran las fuerzas sociales en las que el franquismo se apoyaba y a las que tenía que contentar si pretendía seguir apoyándose en ellas. Sin ellas, habría sido imposible que el dictador muriera en la cama.
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La primera de estas fuerzas es el ejército. La parte del ejército que había luchado por la República quedó fuera de la nueva estructura: sus mandos fueron ejecutados, encarcelados, marcharon al exilio, o simplemente fueron relegados de sus puestos, salvo en los casos en que se consideró fiable su conversión al nuevo régimen. De esa forma, el ejército que salía de la Guerra Civil era firmemente leal a Franco. El dictador aumentó su número, amplió la jurisdicción de los tribunales militares a los delitos políticos, le otorgó el control sobre las fuerzas del orden (policía, Guardia Civil...) y le concedió una importante presencia en la Administración y en las instituciones políticas.
Asistentes y autoridades aguardan a Franco ante la Catedral de Gerona (1960).
Los sectores acomodados conservadores formaron una parte fundamental de la base social del régimen franquista.
Imagen del Ayuntamiento de Gerona en Europeana. Licencia CC. - La segunda fuerza social es la Iglesia. Como ya se ha dicho, la alianza entre el régimen de Franco y la jerarquía eclesiástica quedó consagrada desde el comienzo de la Guerra Civil con la Carta Colectiva de los obispos en 1937, que declaraba la guerra como Cruzada Nacional. Para Franco fue fundamental el reconocimiento de su régimen por el Vaticano, especialmente en los momentos en que ningún país democrático reconocía la legitimidad de la dictadura. Ante el aislamiento internacional el reconocimiento del Vaticano suponía el apoyo de los católicos de muchos de esos países que oficialmente no reconocían a España, como Francia. Para ello fue fundamental el Concordato con la Santa Sede de 1953, un tratado internacional entre España y el Vaticano que restablecía oficialmente la vuelta de la vinculación entre Iglesia y Estado. Fue la época en que el concepto de nacional-catolicismo tuvo mayor protagonismo en la propaganda franquista y en que los ministros representantes del catolicismo político adquirieron mayor peso en los gobiernos de Franco.
- La tercera fuerza social la constituían los sectores sociales acomodados que habían adoptado una posición crítica frente a la II República. Destaca en particular la Banca, deseosa de un orden que protegiera los negocios, los grandes propietarios terratenientes, enfrentados a la reforma agraria republicana, y por supuesto la nueva elite funcionarial y burocrática del gobierno franquista y del Movimiento Nacional, cuya posición dependía exclusivamente del favor de Franco. A estas clases acomodadas se sumaban las clases medias conservadoras y católicas, así como los pequeños propietarios agrícolas del interior peninsular, dotados de un fuerte sentido de propiedad, entre quienes habían arraigado pronto la derecha radical y el fascismo.


Ejército e Iglesia constituyeron dos de los pilares sociales fundamentales del régimen franquista. Imagen de Biblioteca Digital Hispánica (BNE). Licencia CC. Imagen de Biblioteca Digital Hispánica (BNE). Licencia CC.