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2. La sublevación

El plan de los sublevados consistía en un levantamiento coordinado, cuya señal de inicio sería el levantamiento de la guarnición de Melilla (17 de julio). A continuación Mola debía marchar con los "requetés" (milicias carlistas) desde Pamplona a Madrid, donde se esperaba una mayor resistencia. En caso de dificultades, Franco, que tendría que marchar a África en secreto desde Canarias, pasaría a la península con las tropas de Marruecos, bien pertrechadas y con experiencia directa de guerra, barriendo la península de sur a norte.

El 17 de julio la guarnición de Melilla se sublevó. El 18 de julio numerosas guarniciones siguieron su ejemplo. Sin embargo, la situación no se resolvió como los sublevados habrían querido. Siguió una semana de luchas, tras la cual el panorama seguía siendo incierto. El alzamiento había triunfado en las áreas tradicionalmente conservadoras (Navarra, la actual Castilla-León, Galicia, parte de Extremadura, Aragón y la ciudad de Oviedo). En Andalucía, predominantemente izquierdista, el general Queipo de Llano tomó el poder en Sevilla y consiguió arrastrar a la sublevación a Cádiz, Huelva, Córdoba y Granada. Pero la sublevación había fracasado en más de la mitad de las guarniciones, entre las que se contaban las situadas en las zonas más industrializadas y la práctica totalidad de las grandes ciudades. En muchas de ellas, la confluencia de la autoridad civil y la actuación de las milicias obreras, que se hicieron con armas, salvó la situación para la República. Esto, no obstante, obligó a la República a consentir la acción de estas milicias revolucionarias, indisciplinadas y poco eficaces militarmente.

El fracaso parcial del alzamiento hizo que los sublevados tuvieran que recurrir al segundo plan. Por ello lo que se había planteado como un pronunciamiento más dio lugar a tres años de guerra civil.

España al comienzo de la guerra civil

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