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3.2. La tensión social: republicanismo y movimiento obrero

Desde el principio el nuevo gobierno constitucional tuvo que enfrentarse a un clima de conflicto político y social. La promulgación de una constitución monárquica supuso una decepción para el republicanismo federal más extremista, que apostó cada vez más por la vía de la insurrección. Pero junto a este republicanismo comenzaba a cobrar importancia una nueva fuerza.

Desde el reinado de Isabel II se había ido desarrollando el movimiento obrero en los focos industriales y el conflicto jornalero en el sur. Ambos tipos de movimiento popular se habían conectado con el republicanismo federal, cuyos sectores más izquierdistas habían hecho suyas algunas reivindicaciones de los primeros socialismos. Pero a partir de ahora comienza a penetrar en España la influencia de la Asociación Internacional de Trabajadores, la llamada I Internacional, fundada en 1864, que agrupaba a las principales tendencias del socialismo y el sindicalismo a escala mundial.

Congreso Obrero de Barcelona
En el Congreso Obrero de Barcelona de 1870 se fundó la "Federación Regional Española de la Asociación Internacional del Trabajo", que estuvo dominada por las tendencias anarquistas de la I Internacional. Las libertades de asociación y prensa establecidas por el nuevo régimen democrático favorecieron la organización del movimiento obrero. (La Ilustración Española y Americana, 13/7/1870)
Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC.

Ello supuso en España la implantación de las dos tendencias socialistas dominantes en la I Internacional: el socialismo marxista y el anarquismo. Ambos movimientos defendían la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, por lo que suponían un ataque directo al liberalismo, incluso a su versión más izquierdista. Pero socialismo marxista y anarquismo estaban enfrentados por una cuestión fundamental. Los marxistas defendían participar en la lucha política con el objetivo último de conquistar el Estado, sustituyendo el sistema liberal por una dictadura del proletariado, es decir, un Estado socialista que prepararía el terreno para la eliminación de la propiedad privada. Los anarquistas, en cambio, rechazaban toda participación en la política, siendo su objetivo acabar con toda forma de Estado y de autoridad, incluyendo la dictadura del proletariado marxista. En España, el marxismo quedó en un principio arrinconado, mientras el anarquismo se convertía en el movimiento dominante de la I Internacional, cogiendo mucha fuerza entre los jornaleros andaluces y los obreros industriales de Cataluña.

A lo largo del sexenio, el movimiento obrero creció rápidamente, amparado en las libertades constitucionales. A medida que crecía, fueron multiplicándose los motines, ocupaciones de tierras y las huelgas. Las duras condiciones laborales eran la base de este descontento, pero a menudo el detonante era la llamada a filas de las quintas, las promociones de reclutas que debían realizar el servicio militar obligatorio. Este pesaba especialmente sobre las clases populares, que no tenían los medios económicos ni los contactos que permitían a las clases más acomodadas librarse del servicio militar.

Levantamiento de Alcoy
Incendio de una fábrica durante el levantamiento obrero de Alcoy (Alicante) de julio de 1873, en plena explosión del movimiento cantonalista (La Ilustración Española y Americana, 1/8/1873)
Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC.