La revolución iniciada en septiembre de 1868 fue el primer intento español de sustituir el marco oligárquico del liberalismo moderado por una democracia. Acabó suponiendo además el primer intento de implantar una República. Sin embargo, el experimento chocó con una serie de dificultades, como la crisis económica, la falta de cohesión social, la escasa tradición democrática, el tradicional recurso a la violencia política y la división existente entre los propios demócratas. Como resultado, en sólo seis años la monarquía borbónica volvería en la persona de Alfonso XII y con ella la restauración del liberalismo moderado.
1.1. La revolución de 1868: “La Gloriosa”
Como recordarás, la revolución había sido el resultado de la profunda crisis política en la que se había sumido el régimen isabelino en la década de los 60. Las crecientes exigencias de liberalización del régimen y las primeras reivindicaciones del recién nacido movimiento obrero habían tenido como respuesta el endurecimiento del régimen isabelino y su alejamiento del centro y la izquierda políticas. La crisis económica que estalló en 1866 aumentó el malestar social, proporcionando un caldo de cultivo idóneo para la oposición. La sucesión de levantamientos y persecuciones había llevado a muchos líderes al exilio, donde se había firmado el Pacto de Ostende (1866), que establecía una alianza del centro y la izquierda liberal para acabar con el régimen y convocar Cortes Constituyentes mediante sufragio universal. La división interna en la que cayeron los moderados tras la muerte de Narváez fue la ocasión propicia para asaltar el poder.
Entre el 17 y 18 de septiembre de 1868 tuvo lugar un pronunciamiento militar en Cádiz. Lo dirigieron, entre otros, el almirante Juan Bautista Topete, que estaba a cargo de la base naval de Cádiz, y los generales Juan Prim y Francisco Serrano, que fueron traídos a escondidas del exilio. El manifiesto firmado por los oficiales golpistas reproducía las ideas principales del Pacto de Ostende y encontró una amplia acogida popular. De esa forma, la movilización popular colaboró con el golpe de Estado militar, extendiendo la sublevación por toda Andalucía y por numerosas ciudades del resto de España. Como era habitual, estas sublevaciones populares de base local se organizaron mediante juntas revolucionarias.
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| Juan Prim (1814-1870) Imagen de gallica.bnf.fr. Dominio público. |
Francisco Serrano (1810-1885) Fotografía de Nadar en Wikimedia Commons. Dominio público. |
El gobierno no fue capaz de mostrarse firme frente al pronunciamiento, al carecer de suficientes apoyos políticos y militares. El 19 de septiembre el Presidente del Gobierno dimitió. El nuevo gobierno no fue capaz de retomar el control. El 28 de septiembre el ejército sublevado venció a las tropas leales a la reina en la Batalla de Alcolea (Córdoba), quedando abierto el camino a Madrid. Al día siguiente la junta revolucionaria de Madrid se unió al levantamiento, mientras la reina, comprobando la ausencia de apoyos, abandonaba España. Concluía así la llamada revolución "gloriosa".
Durante el mes de octubre el nuevo régimen estuvo sometido a un doble poder. Por un lado estaban las juntas revolucionarias, dominadas por los demócratas. Por otro, estaba el Gobierno Provisional presidido por el general Serrano y compuesto por liberales de centro (progresistas y unionistas). Finalmente, las juntas revolucionarias se disolvieron a cambio de que el Gobierno Provisional asumiera el programa democrático. De esa forma, se decretó la libertad de asociación y de prensa, así como el sufragio universal masculino (para mayores de 25 años). Para ejercerlo se sustituyeron los antiguos distritos uninominales, fácilmente controlables por la oligarquía, por circunscripciones electorales amplias.
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| El Gobierno Provisional de 1869. En la imagen puede identificarse a algunos de los políticos más importantes del período. Imagen de gallica.bnf.fr. Dominio público. |
Desde estos momentos comenzaron a advertirse algunos de los problemas que afectarían al régimen:
- En primer lugar el establecimiento de la libertad de cultos, la disolución de la Compañía de Jesús y otras órdenes regulares y la limitación general de los poderes de la Iglesia convirtió a ésta en un poderoso enemigo del nuevo régimen.
- En segundo lugar, comenzaron los primeros levantamientos armados, en este caso protagonizados en Andalucía por republicanos procedentes de las milicias de las desaparecidas juntas revolucionarias, que reclamaban la implantación de una República.
- En tercer lugar, en Cuba, una de las últimas posesiones americanas españolas, estalló una revolución independentista, iniciada con el llamado Grito de Yara. Se desencadenó así la primera guerra de Cuba, llamada Guerra de los Diez Años, porque no logró finalizarse hasta 1878. Esta guerra supuso una sangría de hombres y recursos para el nuevo régimen, además de suponer un permanente foco de tensión política.
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