a) Los paisajes mediterráneos interiores

Se localizan en la Meseta y la depresión del Ebro, zonas caracterizadas por un clima continentalizado. En cuanto a su estructura agraria hay que destacar en primer lugar el fuerte impacto de la despoblación sobre muchos de estos territorios, si bien se ha venido corrigiendo en los últimos años. El poblamiento aparece concentrado en núcleos de población relativamente grandes, particularmente en el sur. En cuanto al tamaño de las explotaciones, el predominio del minifundismo en el Duero y en los regadíos del Ebro contrasta con la abundancia de grandes propiedades en Salamanca, Burgos, Castilla-La Mancha y el secano aragonés y extremeño.

La agricultura ocupa en estos paisajes más del 40 % de la superficie. Se distribuye entre dos grandes sectores: secano y regadío.

• Secanos en la región castellano-leonesa de Tierra de Campos (Palencia) Imagen de Epsal en Wikimedia Commons. Licencia CC.

  El secano se caracteriza por el cultivo extensivo de la trilogía mediterránea. El cereal predomina especialmente en la cuenca del Duero, donde llega a ocupar entre el 25-50 % de la superficie total de algunas provincias. Se trata de una explotación tradicional en campos abiertos, en rotación con barbecho o leguminosas y asociado a ganadería ovina extensiva, alimentada con rastrojos. Actualmente aumenta su importancia la cebada y el medio barbecho, con empleo del girasol, si bien la PAC intenta recuperar el barbecho. La vid destaca especialmente en La Rioja y en las provincias meridionales de Castilla-La Mancha, donde llega a ocupar hasta cerca del 10 % de la superficie provincial. Castilla-La Mancha es la principal productora nacional, pero otras áreas de menor extensión destacan por su calidad (La Rioja, Navarra, Ribera del Duero). La presencia del olivar destaca en Ciudad Real.
• El regadío se explota en cultivos intensivos, aprovechando el agua de los ríos, embalses o acuíferos. Destacan los cultivos industriales (girasol, algodón, remolacha...), especialmente en Cuenca y Castilla-León; las plantas forrajeras (alfalfa, maíz...); las leguminosas (guisantes, judías, garbanzos...), especialmente abundantes en las dos Castillas; y la explotación hortofrutícola en el valle del Ebro (La Rioja, Aragón), donde hay una importante industria conservera.

Viñedos en Madrigueras (Albacete) Imagen de antcaesar en Wikimedia Commons. Licencia CC.

La ganadería presenta tres sectores dominantes: la ganadería ovina extensiva en los secanos, donde se aprovechan los rastrojos; la ganadería estabulada, porcina y bovina de leche, en los regadíos y áreas próximas a ciudades; y las dehesas de Extremadura, Salamanca y Zamora, donde se explotan variedades autóctonas de ganado porcino, bovino y ovino en régimen extensivo.

Finalmente se da una importante explotación forestal en serranías, especialmente en Soria y en la zona de dehesas.