5. Nuevos usos y funciones del espacio rural
A lo largo de las últimas décadas el sector agrario español se ha consolidado plenamente como un sector moderno y orientado al mercado internacional. Hoy la producción agraria tiene un volumen muy superior al que jamás haya tenido en España. Sin embargo, y como corresponde a una economía moderna, la producción agraria representa una parte del PIB muy inferior a la que nunca haya tenido históricamente y la cantidad de personas directamente ocupadas en el sector agrario es proporcionalmente muy reducida. Además, la media de edad de estas personas ha aumentado como consecuencia del éxodo rural, si bien actualmente esta tendencia tiende a corregirse. En definitiva, se ha pasado de una sociedad rural basada en una economía agraria de subsistencia a una sociedad urbana, con una economía terciarizada, inserta en los circuitos internacionales.
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| Cultivo hidropónico Imagen de Giancarlo Dessì en Wikimedia Commons. Licencia CC. |
Muchos de los cambios que han experimentado los espacios rurales tienen directamente que ver con su uso agrario. El sector agrario se ha convertido en un sector especializado, mecanizado y altamente tecnificado. Precisamente esa mecanización ha sido la responsable histórica del éxodo rural y el envejecimiento de la población rural. Entre los aspectos más relevantes de la tecnificación podemos citar:
- La motorización.
- El uso sistemático de fertilizantes químicos y productos fitosanitarios, particularmente plaguicidas. Los perjuicios medioambientales y alimentarios de estos productos ha llevado asimismo a alternativas como la agricultura biológica, que sustituye los productos sintetizados químicamente por tratamientos naturales.
- Avances en la selección y mejora de las especies, a los que se han sumado en las últimas décadas el polémico desarrollo de organismos modificados genéticamente u organismos transgénicos.
- La intensificación de la agricultura y la ganadería, con nuevas técnicas de cultivo como los cultivos acolchados (cultivos sobre suelo cubierto con bandas de plástico), los cultivos enarenados (cultivos sobre capas alternas de arena y estiércol) o los cultivos hidropónicos (cultivos sobre un sustrato estéril en los que los nutrientes se suministran por goteo). Igualmente se han extendido con gran velocidad los invernaderos, que han permitido no solo incrementar la productividad, sino extender por España nuevos cultivos, especialmente especies subtropicales o tropicales (mango, chirimoya...).
Pero sin duda el fenómeno más determinante de la intensificación de los cultivos ha sido la extensión del regadío. Junto a la aplicación del regadío a cultivos extensivos, se ha multiplicado la superficie dedicada a regadíos intensivos, tanto al aire libre como bajo invernaderos, multiplicando de esa forma el número de cosechas anuales. La extensión del regadío fue ya en los años 60 uno de los pilares del desarrollismo agrario del último franquismo. Para ello se sirvió del notable incremento de la red de embalses que se inició a partir de entonces.
Actualmente, el regadío se ha extendido especialmente por la España mediterránea, sometida a precipitaciones escasas e irregulares y con temperaturas idóneas para los cultivos hortofrutícolas. Dentro de la España mediterránea, se localiza especialmente junto a cursos fluviales, embalses o trasvases capaces de aportar el agua necesaria. Varios elementos más son esenciales a la hora de incentivar el establecimiento de regadíos. En primer lugar, la riqueza del suelo, que favorece la ubicación en la España arcillosa. En segundo lugar, la presencia de terrenos llanos que ayuden a la distribución del agua, lo que favorece en general las depresiones. En tercer lugar, la localización estratégica para la comercialización, lo que favorece las zonas próximas a grandes redes de transporte, particularmente a la costa, y a grandes núcleos de consumo urbanos.
Aunque el regadío es uno de los pilares fundamentales de la actual riqueza agrícola española, su coste también es elevado, ya que precisa el consumo de grandes cantidades de agua (a menudo no reutilizable por el uso de agentes químicos) precisamente en las zonas de España donde hay menor aporte natural de agua. De ahí que uno de los objetivos actuales sea optimizar al máximo el agua empleada en los regadíos, sustituyendo técnicas inadecuadas como el riego a manta por técnicas mucho más sostenibles como el riego por aspersión o por goteo.
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| Imagen de IGN. Licencia CC. |
Junto a los cambios experimentados por los espacios específicamente dedicados a la explotación agraria, los espacios rurales han experimentado en tiempos recientes muchas otras transformaciones que tienen que ver precisamente con la extensión en ellos de usos no agrarios. Muchas industrias se han alejado de las ciudades y asentado en espacios rurales obligadas por las restricciones impuestas a la contaminación o atraídas por suelos más baratos y comunicaciones menos congestionadas. Muchas actividades de servicios se han desplazado también a las zonas rurales atraídas por la menor congestión y por la tendencia a la homogeneización del espacio que traen los avances en las telecomunicaciones. A esa deslocalización debe sumarse el incremento del uso residencial de los espacios rurales, vinculado a los espacios rururbanos o a la práctica de la segunda residencia. Finalmente, no podemos olvidar el desarrollo de un potente sector turístico en los espacios rurales, vinculado especialmente al turismo de interior o turismo rural.
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