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6.3. La escultura gótica: portadas y retablos

Virgen blanca de Toledo
La Virgen Blanca de la Catedral de Toledo, una escultura exenta realizada en alabastro en el siglo XIV, es un buen ejemplo de los cambios que experimenta la escultura en el Gótico.
Imagen de Miguel Hermoso Cuesta en Wikimedia Commons. Licencia CC

Dos rasgos caracterizan la escultura gótica. El primero es el retorno al naturalismo tras el énfasis románico en los aspectos simbólicos del arte. Este naturalismo gótico prepara el terreno del Renacimiento (siglos XV-XVI), cuando se asistirá de nuevo al triunfo del naturalismo de tradición clásica. El segundo rasgo es la elegancia, plasmada en el gusto por los ritmos ondulados y las formas esbeltas y alargadas. La combinación de esos dos rasgos produce cambios importantes en la escultura gótica con respecto a la románica:

  • Las figuras góticas muestran mayor viveza y adoptan posturas arqueadas que rompen de nuevo con la ley de frontalidad.
  • Se abandona el hieratismo y se trata de mostrar los sentimientos de los personajes, que suelen ser representados como seres cercanos y amables. Los personajes muestran mayor interrelación: entablan conversaciones, cruzan sus miradas, etc.
  • Las composiciones son más realistas y elegantes y dan mayor espacio a lo anecdótico o cotidiano.
  • Las representaciones suelen ser detallistas, es decir, prestan gran atención a los detalles.

Los cambios en la sensibilidad religiosa afectan profundamente a la forma en que se representa lo divino. El temor a Dios es reemplazado por una piedad más amable. Los ángeles y otras figuras sagradas sonríen, si bien es cierto que esa sonrisa resulta a menudo algo artificial, como le ocurría a la sonrisa arcaica griega. El Pantocrator es sustituido por un Cristo humanizado, menos severo, y se enfatiza su sufrimiento como prueba de su amor a los seres humanos. Se desarrolla la devoción a la Virgen como intercesora de los pecadores, presentándola como una madre afectuosa.

También varía la iconografía. Predominan más los temas del Nuevo Testamento con respecto a los del Antiguo Testamento. Junto a ellos destacan los santos protectores, mártires y patronos de las ciudades. Pero también se hacen más frecuentes los temas profanos: la representación de los reyes y sus cortes, de las ciudades y sus oficios, etc.

La escultura gótica sigue estando subordinada a la arquitectura, como en el Románico. Sin embargo, comienza a adquirir una mayor independencia, que se advierte en la recuperación de la escultura exenta. Destacan dos espacios privilegiados para la escultura gótica: las portadas de los edificios y los retablos.

6.3.1. Portadas

Puerta del Sarmental
La Portada del Sarmental de la catedral de Burgos (mediados del XIII) marca la introducción del modelo de portada gótica en España
Imagen de Ángel M. Felicísimo en Wikimedia Commons. Licencia CC

El Gótico hereda del Románico el modelo de portada abocinada, que es ocupada por una escultura ornamental con función catequética, es decir, orientada a la enseñanza de los dogmas religiosos.

Pero en el Gótico la masiva presencia de imágenes hace que la escultura adquiera un mayor predominio visual sobre la arquitectura. Hay varias razones para ello. Por un lado hay una mayor necesidad narrativa, derivada de la nueva sensibilidad del Gótico. En segundo lugar, el apuntamiento del tímpano y las arquivoltas, así como la tendencia a levantar una portada monumental ante cada nave deja un mayor espacio para la ornamentación escultórica. El resultado es la aparición de una serie de modelos escultóricos que enmascaran la estructura arquitectónica:

  • Las jambas son cubiertas por estatuas-columa.
  • Las arquivoltas son esculpidas siguiendo el sentido de los arcos, no de forma radial como el Románico, lo que permite introducir esculturas de mayor longitud.
  • Se despliega una exuberante decoración vegetal.

6.3.2. Retablos

Un retablo es una estructura que cubre el muro situado detrás del altar y se decora con pinturas o esculturas de temática religiosa. Habitualmente está construido en madera, aunque también se usa otros materiales como la piedra y es frecuente que esté embellecido por metales preciosos. Constituye el núcleo decorativo e iconográfico del interior del templo. Se compone de varias tablas pictóricas o relieves escultóricos dispuestos en casillero, es decir, distribuidos en secciones verticales (calles) y horizontales (cuerpos) separadas por molduras o elementos que simulan arquitecturas. De esa forma, el retablo se concibe como una portada arquitectónica.

Esquema de retablo
Partes de un retablo
Imagen de elaboración propia

Su origen se encuentra en los trípticos y polípticos que se colocaban tras el altar en las iglesias italianas y flamencas (o sea, de Flandes, en la actual Bélgica).

  • Un tríptico es una pintura o un relieve distribuido entre tres tablas articuladas, de tal forma que las laterales se pueden plegar sobre la central.
  • Un políptico es un conjunto similar pero formado por más de tres tablas.

Aunque el origen del retablo se encuentra fuera de España, fue aquí donde alcanzó su máximo desarrollo. La razón es que en la liturgia española se impuso la costumbre de trasladar el coro desde el presbiterio a la nave central. Eso dejó desnudo el fondo del altar. Además, favoreció el aumento de las dimensiones del retablo para aumentar su visibilidad, que competía ahora con el coro situado ante el altar mayor. De esa forma, los retablos se acabaron convirtiendo en enormes estructuras fijas que cubrían por completo todo el fondo del altar, frente al caso de los trípticos y polípticos que tenían dimensiones modestas y eran fáciles de mover.

En la Corona de Aragón, especialmente en Cataluña, predominaron los retablos pintados, usando la técnica de temple sobre tabla. En estos retablos se advierte una fuerte influencia del Trecento italiano (o sea, del arte italiano del siglo XIV). En la Corona de Castilla, en cambio, predominaron los retablos escultóricos de factura flamenca. Uno de los mejores ejemplos es el retablo de la Catedral de Sevilla (1481-1564).