Dos aspectos caracterizan este último período del reinado de Isabel II: la ruptura del bipartidismo y la creciente pérdida de apoyos de la monarquía entre la sociedad española. Con respecto a la ruptura del bipartidismo, hay que destacar el desarrollo de nuevas fuerzas políticas. En el seno del Partido Demócrata, o próximos a él, muchos liberales demócratas comienzaron a definirse abiertamente como republicanos, es decir, partidarios de la abolición de la monarquía y su sustitución por una jefatura de Estado electiva. Por otro lado, en el centro político se constituyó un nuevo partido: la Unión Liberal, formado por los progresistas y moderados más centristas que seguían al general O'Donnell.
4.3. La crisis de la monarquía isabelina (1856-1868)
A lo largo del período los gobiernos estuvieron generalmente en manos de los moderados, liderados por Narváez, salvo entre los años 1858-1863, cuando gobernó la Unión Liberal de O'Donnell. Entre los logros políticos del período cabe destacar, en primer lugar, la promulgación de la Ley Moyano (1857), la primera norma legal que creó un sistema público de enseñanza de ámbito estatal, basado en la escolarización obligatoria de los niños. En segundo lugar, la reanudación de la desamortización eclesiástica bajo los gobiernos de la Unión Liberal. En tercer lugar, la intensa política exterior de O'Donnell, una política de prestigio dirigida a devolver a España parte de su antiguo renombre mediante una mayor presencia en la política internacional y la adopción de una política colonialista como la que caracterizaba en aquellos años a las primeras potencias. Eso llevó a España a participar en algunas empresas militares exteriores y a comenzar la construcción de un imperio colonial en el Norte de África. La conquista de Tetuán (Marruecos) fue su logro más popular.
Para profundizar
La caricatura de la política
Con el reinado de Isabel II la prensa satírica experimentó un importante desarrollo, siempre en tensión con las rígidas leyes de prensa que a menudo censuraban la crítica de temas religiosos y políticos. Quizá el ejemplo más destacado es la publicación Gil Blas, un periódico satírico de orientación republicana que se publicó en Madrid a partir de 1874. Gil Blas representa un episodio fundamental en el desarrollo del humor gráfico español, tanto por las dimensiones y calidad de sus viñetas como por la creciente independencia que adquirieron con respecto al texto escrito, dejando de convertirse en una mera ilustración de este.
Aquí puedes ver una breve selección de viñetas satíricas del Gil Blas que ilustran los últimos años de Isabel II y la revolución de 1868.
Los espadones
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| España bajo la permanente amenaza de los "espadones" (Ortego. Publicado el 14 de enero de 1865). Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC. |
La censura
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| En la viñeta se denuncia las restricciones que imponía la Ley de Imprenta de 1864, promulgada por el gobierno de la Unión Liberal, que teóricamente establecía un mayor margen de libertad con respecto a leyes anteriores. En los últimos años del reinado la censura iría endureciéndose cada vez más, obligando a la revista a optar más por temas costumbristas o de política internacional (Ortego. Publicado el 2 de marzo de 1865). Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC. |
Narváez
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| Crítica al gobierno de Narváez tomando como pretexto el tiempo inusualmente frío (Ortego. Publicado el 1 de abril de 1865). Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC. |
O'Donnell
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| O'Donnell, que acaba de recuperar el gobierno, trata de hipnotizar a España presentándose como la alternativa liberal a los moderados y el único capaz de reintegrar a los progresistas en la vida parlamentaria. A juicio del diario, el intento no cuela. (Daniel Perea. Publicado el 30 de septiembre de 1865) Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC. |
La epidemia de cólera
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| En 1865 una epidemia de cólera asoló varias provincias españolas, un fenómeno que lamentablemente no era raro en la época. El humorista aprovechó para criticar el control gubernamental sobre el parlamentarismo. (Daniel Perea. Publicado el 4 de noviembre de 1865). Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC. |
El rearme ideológico del catolicismo: los neo
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| Caricatura del neocatolicismo (Daniel Perea. Publicado el 15 de marzo de 1868). En los últimos años de Isabel II fue tomando fuerza una tendencia política a la derecha de los moderados que defendía restablecer en la sociedad liberal los valores del catolicismo más tradicional y reforzar la autoridad del rey y sus gobiernos. Sus adversarios les llamaron neocatólicos o, más despectivamente, "neos". Llegaron a tener un gran peso político. Entre sus principales objetivos estaba la eliminación en el sistema educativo de todas las ideas que consideraban contrarias al catolicismo. En 1865 la represión de las protestas de los estudiantes universitarios de Madrid por la destitución de su rector, que se había negado a destituir al catedrático republicano Enrique Castelar, se saldó con numerosos muertos y heridos. Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC. |
Las tendencias políticas en 1868
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| Las principales tendencias políticas en vísperas de la revolución de 1868 (Ortego. Publicado el 23 de agosto de 1868) Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC. |
La caída de la monarquía
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| Tras la revolución Isabel II toma el camino del exilio (Ortego. Publicado el 4 de octubre de 1868) Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC. |
La caída de la monarquía
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| Los líderes del régimen isabelino marchan también de España tras la revolución, cargados del dinero que -a juicio del periódico- han robado. El primero de todos es González Bravo, representante del sector católico y líder de la derecha tras la muerte de Narváez. (Ortego. Publicado el 8 de octubre de 1868) Imagen en Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Digital. Licencia CC. |
Te puedes hacer una idea de hasta dónde podía llegar la censura echando un vistazo a este ejemplar: todo lo que aparece como espacio en blanco son textos e imágenes que no pasaron la censura previa.
A partir de 1863 se produce el derrumbe de la monarquía isabelina. Se suceden gobiernos breves y débiles, dirigidos por Narváez, que tratan sin éxito de imponer los viejos principios moderados. Las razón de su fracaso es múltiple. En primer lugar, las opciones políticas se habían multiplicado a la vez que se había debilitado la cohesión de los viejos partidos liberales. En segundo lugar, la industrialización había cambiado a la sociedad y la economía españolas, haciendo inútiles e inaceptables las viejas recetas políticas y económicas. Las incipientes clases medias no toleraban las restricciones impuestas a su libertad de expresión y su sufragio. El movimiento obrero incrementaba su organización y la intensidad de sus reivindicaciones. El clima social se deterioró profundamente cuando al boom económico de los años 50 sucedió la crisis económica de la década de 1860. En esas condiciones, la inestabilidad política, la agitación social y las conspiraciones militares proliferaron. En respuesta el gobierno se hizo cada vez más represivo y autoritario, lo que no hacía sino radicalizar a la oposición. Numerosos líderes del centro y la izquierda liberal fueron exiliados. Los progresistas decidieron dejar de participar activamente en el juego parlamentario y la alternancia de gobierno, dejando solos a los moderados.
En esa situación convulsa, las muertes de O'Donnell y Narváez en 1867 y 1868 sumieron a unionistas y moderados en un absoluto desorden. La reina se había quedado sin defensores a la altura de las crecientes fuerzas de oposición. En 1866 los exiliados progresistas y demócratas habían firmado el Pacto de Ostende (Bélgica), por el que acordaron el derrocamiento de Isabel II y la convocatoria de Cortes Constituyentes mediante sufragio universal. Los republicanos y los exiliados unionistas se sumaron a este pacto. Tras la muerte de Narváez los aliados vieron que la situación estaba madura. El pronunciamiento en Cádiz de la flota comandada por el Almirante Topete, coordinado con los generales Prim y Serrano, dio la señal de salida a una amplia sublevación popular y militar. Es la llamada Revolución "gloriosa". La Corte, que en aquel momento veraneaba en San Sebastián, atravesó la frontera y marchó al exilio. El régimen isabelino había caído.
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