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2.2. La Hispania romana

Eje cronológico de la conquista de Hispania
Imagen de elaboración propia
II Guerra Púnica
La Segunda Guerra Púnica
Imagen de YassineMrabet y Redtony en Wikimedia Commons. Licencia CC.
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Cartago había creado su imperio ibérico para recuperarse de su anterior derrota a manos de la República romana, que desde hacía años rivalizaba con los cartagineses por la hegemonía en el Mediterráneo central. Pero el aumento del poderío cartaginés en la Península Ibérica acabó chocando con los intereses de la República romana. En el 219 a.C. Cartago conquistó la ciudad de Sagunto (Valencia). En respuesta, Roma declaró la guerra a Cartago en el 218 a.C., con el pretexto de que Sagunto estaba bajo su protección. Comenzó así la II Guerra Púnica (218-201 a.C.).

Aníbal Barca, que estaba entonces al mando de los dominios cartagineses en la Península, decidió atacar por sorpresa, dirigiendo un enorme ejército hacia Italia a través de los Pirineos y los Alpes. Pero mientras Aníbal invadía Italia, varias legiones romanas (dirigidas por dos hermanos, los Escipiones) desembarcaron en la actual Cataluña y convirtieron Tarraco (actual Tarragona) en su cuartel general. Los dos hermanos murieron en combate, pero el hijo de uno de ellos, Publio Cornelio Escipión, conocido como Escipión el Africano, dirigió la guerra hasta expulsar a los cartagineses de la Península Ibérica en el 206 a.C.

Importante

La expansión cartaginesa en la Península y el deseo romano de quedarse con la plata hispana provocó la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.), cuyas consecuencias fueron la expulsión de los cartagineses (206 a.C.) y la invasión romana de la Península.

Denario republicano
Moneda romana de plata (127 a.C.).
La plata fue el motor de la conquista romana.
Imagen de Classical Numismatic Group, Inc en Wikimedia Commons. Licencia CC.

Pero los romanos no habían venido a la Península por simple lealtad a sus aliados. Deseaban apoderarse de la plata y las restantes riquezas que Cartago había obtenido de la Península. Así que mantuvieron el control del antiguo imperio cartaginés. A partir de ese momento, Roma empezó a extender su dominio por toda la Península. Sus principales adversarios fueron los pueblos de los valles del Ebro y el Guadalquivir, los lusitanos, los celtíberos, los cántabros y los astures. La conquista romana de Hispania fue un proceso largo y sangriento que se prolongó hasta el 19 a.C., cuando concluyó la conquista de Cantabria.

Los romanos llamaban a la Península Ibérica Hispania, de donde viene el nombre de España. Para gobernarla la dividieron en provincias, que eran territorios gobernados por personas que habían ocupado las más altas magistraturas romanas (pretores, cónsules, propretores, procónsules...). Los gobernadores tenían el mando militar en las provincias que tenían ejército, mantenían la paz, recaudaban los impuestos e impartían justicia.

Durante la República (hasta el 27 a.C.) Hispania se dividió en dos provincias:

  • al este la Hispania Citerior, es decir, la parte de Hispania más cercana a Roma;
  • al sur la Hispania Ulterior, es decir, la parte de Hispania más alejada de Roma.

Más tarde el primer emperador, Augusto (27 a.C.-14 d.C.), dividió la Hispania Ulterior en dos provincias, con lo que quedaron tres:

  • La Tarraconense, que era la antigua Hispania Citerior, abarcaba todo el nordeste de la Península. Su capital estaba en Tarraco.
  • Lusitania incluía el oeste de la Península, entre el Duero y el Guadiana. Su capital estaba en Emerita Augusta (Mérida, Badajoz).
  • La Bética comprendía buena parte de la actual Andalucía, salvo su parte más oriental, y una parte de la actual Badajoz. La capital era Corduba (Córdoba).

Las tres provincias creadas por Augusto se mantuvieron más o menos igual hasta finales del siglo III d.C., cuando de la Tarraconense se escindieron la Cartaginense y Gallaecia.

Hispania romana
La Hispania romana
Imagen de Rowanwindwhistler y Alcides Pinto en Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA.

Las provincias se dividían en conventos jurídicos para la administración de justicia. En la Bética había cuatro conventos, cuyas capitales eran Corduba, Hispalis (Sevilla), Astigi (Écija, Sevilla) y Gades (Cádiz). Por debajo de los conventos, las provincias eran en realidad la suma de los territorios de un conjunto de ciudades más o menos autónomas, que eran la auténtica base del dominio romano. Los habitantes de cada ciudad podían ser ciudadanos romanos o no, pero eran además ciudadanos de sus propias ciudades. Los principales tipos de ciudades eran los municipios y las colonias. Su organización era muy parecida. Tenían magistrados, entre los que destacaban los duoviros (o sea, "los dos hombres"), así como un senado local y comicios.

Para profundizar

Las primeras ciudades romanas

Las dos primeras ciudades que tuvieron una organización romana fueron Itálica y Carteya.

Itálica (Santiponce, Sevilla) fue fundada en el 205 a.C. por Escipión el Africano a partir de un grupo de soldados heridos. Su objetivo era controlar la salida de los metales desde las minas de la Faja Pirítica hacia el puerto de Sevilla.

Carteia (San Roque, Cádiz) se convirtió en colonia en el 171 a.C. a petición de muchos de sus pobladores, que eran hijos de soldados romanos y mujeres indígenas y querían ser ciudadanos. La colonia permitía un mejor control del Estrecho de Gibraltar.

Anfiteatro de Itálica Foro de Carteia
Anfiteatro de Itálica (Santiponce, Sevilla)
Imagen de stephane seco en Flickr. Licencia CC.
Acceso al foro de Carteia (San Roque, Cádiz)
Imagen de Falconaumanni en Wikimedia Commons. Licencia CC.
Monte Testaccio
La Bética exportó tanto aceite que en Roma existe un monte, el Testaccio, que es en realidad un gigantesco vertedero de ánforas, en su mayoría ánforas béticas de aceite. Aquí puedes ver una imagen de su interior.
Imagen de Grupo CEIPAC y patrimoni.gencat en Flickr. Licencia CC BY-NC-ND.

Varios elementos permitieron que esta organización territorial funcionara durante tantos siglos.

  • Las legiones vigilaban que se mantuviera el orden romano, aunque para cuando llegó el Imperio, Hispania estaba tan pacificada que solo había legiones en el noroeste de la Tarraconense.
  • Los romanos crearon una magnífica red viaria. Su objetivo prioritario era garantizar el rápido desplazamiento de las legiones y sus suministros, pero también agilizaron ernormemente el tráfico de personas y mercancías.
  • Se impuso a toda la población una misma ley (el Derecho romano), una misma moneda y una lengua oficial común, el latín, lo que facilitó su integración.
  • A partir de Augusto se abrió un período de estabilidad muy largo, la llamada Pax Romana, que permitió una gran prosperidad económica. Los sectores económicos más destacados fueron la ganadería, el cultivo del cereal, la producción de vino y aceite, la elaboración de salazones y salsas de pescado y la minería.

Pero sin duda la clave de la estabilidad del dominio romano de la Península fue la romanización. La romanización es el proceso por el que las poblaciones indígenas conquistadas por los romanos fueron asimilando la cultura y forma de vida romanas e integrándose en su estructura social y política. La romanización avanzó porque Roma permitía ascender en la sociedad romana a quienes se portaran como romanos. Había dos grandes vías para ascender hasta lo más alto:

  • La primera era participar en la vida política ciudadana. Las ciudades hispanas se convirtieron en urbes romanas porque los aristócratas locales invirtieron sus riquezas en sus ciudades, participando en la carrera política local, a cambio de ascender socialmente.
  • La segunda era la carrera militar. Los auxiliares que acababan su servicio militar eran recompensados con la ciudadanía. Además, muchos aristócratas hacían carrera como oficiales para obtener puestos de mayor poder.

Como resultado, ya en el siglo I d.C. el Senado romano comenzó a llenarse de senadores procedentes de las provincias hispanas, especialmente de la Bética, que era la provincia más urbanizada y romanizada de todo el Occidente imperial. Eso explica que el primer emperador de origen provincial fuera Trajano (98-117), nacido en Itálica (Santiponce, Sevilla).

Mosaico de los Amores Teatro de Acinipo
En las regiones más romanizadas, como el valle del Guadalquivir, las ciudades hispanas llegaron a convertirse prácticamente en versiones en miniatura de Roma, adoptando en la medida de sus posibilidades todos los elementos materiales y el estilo de vida de la metrópolis.
A la izquierda, detalle del Mosaico de los Amores de Cástulo (Linares, Jaén), con escena del juicio de Paris (imagen de M.A. Felicísimo en Flickr. Licencia CC). A la derecha, teatro de Acinipo (Ronda, Málaga) (imagen de TheogoniaThor en Wikimedia Commons. Licencia CC BY-SA.).

Rellenar huecos

Lee las frases que aparecen abajo y completa las palabras que faltan.

1) A partir del 237 a.C. los crearon un imperio en el sur y el este de la Península Ibérica.

2) La II Guerra enfrentó a los romanos contra los , dirigidos por su general Barca.

3) A lo largo de dos siglos los romanos conquistaron toda la Península Ibérica, a la que dieron el nombre de .

4) El primer emperador, , dividió Hispania en tres provincias: al norte estaba la , al oeste y al sur la . Esta última incluía buena parte de la actual Andalucía y su capital era la actual ciudad de .

5) Durante el siglo I muchos aristócratas hispanos subieron socialmente gracias a su participación en la política y en la carrera militar. En el siglo II se hizo emperador un hombre nacido en Itálica, llamado .

6) La es el proceso por el que las poblaciones indígenas conquistadas por los romanos fueron asimilando la cultura de Roma e integrándose en sus estructura sociopolítica.

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