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1. Evolución y distribución geográfica de la población española

La demografía es la disciplina que analiza estadísticamente la composición, distribución y evolución de una población. Utiliza para ello una gran variedad de fuentes de información, que se hacen más indirectas e imprecisas a medida que investigamos períodos más antiguos. Actualmente destacan tres: el censo, el padrón municipal y el registro civil.

  1. El censo es el recuento oficial de la población residente en España en un momento dado. Se realiza cada 10 años y recoge datos demográficos, económicos y sociales de la población (cantidad, sexo, edad, estado civil, lugar de nacimiento, nacionalidad, nivel de instrucción...).
  2. El padrón municipal es el registro administrativo donde constan los vecinos de cada término municipal. Los ayuntamientos lo actualizan de forma continua. Contiene menos información que los censos, pero está más actualizada.
  3. El registro civil es el registro oficial de nacimientos, matrimonios y defunciones, por lo que es usado para analizar el movimiento natural de la población.

Junto a estas tres grandes fuentes existen muchas otras, en su mayoría encuestas especializadas en temas concretos como la EPA (Encuesta de Población Activa).

Para profundizar

En este enlace podrás acceder a los principales datos demográficos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE). Puede ser muy útil para cualquier investigación demográfica.

El crecimiento real de la población es la evolución cuantitativa total de una población a lo largo de un período. Este crecimiento es el resultado de la interacción entre dos dinámicas demográficas: la dinámica natural y los movimientos migratorios.

  • La dinámica natural o movimiento natural es la evolución cuantitativa de una población por causas biológicas o naturales, es decir, teniendo en cuenta exclusivamente el balance entre nacimientos y defunciones. El crecimiento vegetativo o natural es el balance entre nacidos y difuntos en un período concreto, siendo positivo si la población aumenta por causas naturales y negativo si la población disminuye. Se puede medir en cifras absolutas (saldo vegetativo: diferencia entre el número de nacimientos y el número de defunciones) o relativas (tasa de crecimiento natural: diferencia entre la tasa bruta de natalidad y la tasa bruta de mortalidad).
  • La dinámica migratoria o movimiento migratorio es la evolución cuantitativa de una población como resultado del desplazamiento geográfico. Todo desplazamiento de población entre distintos territorios (sea dentro de un país o entre países diferentes) se llama migración, siempre que tenga por objetivo un cambio de residencia más o menos prolongado (el turismo no es migración). La entrada de población en un territorio dado se llama inmigración. La salida de población desde un territorio dado se llama emigración. Todo depende de la perspectiva desde la que veamos el movimiento migratorio: el que migra es emigrante de su lugar de origen y es inmigrante en su lugar de destino. Según el marco geográfico que abarque la migración podemos además distinguir dos grandes tipos de migración. Las migraciones interiores son las que se producen en el interior de un país. Las migraciones exteriores son las que se producen entre países diferentes. La principal magnitud que mide la dinámica migratoria es el saldo migratorio, que es la diferencia entre el número de inmigrantes y el número de emigrantes en un período determinado.

De esa forma, el crecimiento real es el resultado de la suma del saldo vegetativo y el saldo migratorio (o sea, Nacimientos - Defunciones + Inmigración – Emigración). Como en los anteriores conceptos, también se puede analizar en términos absolutos o relativos.

Desde el punto de vista demográfico, el rasgo más destacado de la Edad Contemporánea es el importante crecimiento real de la población española.

  • En el siglo XVIII rondaba los 10 millones de habitantes.
  • En 1900 estaba en torno a los 18,6 millones de habitantes.
  • En 1975 casi se había duplicado, alcanzado los 35,8 millones.
  • En enero de 2019 ascendía aproximadamente a 46,9 millones de habitantes.

El principal factor de este crecimiento demográfico es el desarrollo económico resultante de la industrialización. La mejora de las condiciones de vida (alimentación, higiene, sanidad…) ha incrementado la esperanza media de vida, permitiendo que un porcentaje mayor de la población esté en condiciones de criar hijos y llegar a una edad avanzada.

Censos de población
Imagen de elaboración propia a partir de datos del INE.

Pero ese crecimiento real no se distribuye de forma homogénea por todo el territorio español. Para analizar la distribución de la población en el espacio utilizamos el concepto de densidad de población (número de habitantes por Km2), que mide la intensidad con la que cada territorio está poblado.

España se caracteriza por una considerable variación en la distribución territorial de su población. Esta diferente distribución territorial responde a tres grandes tipos de factores:

  1. Factores geográficos: los asentamientos humanos han tendido a concentrarse históricamente en las zonas con buenos suelos, abundancia de agua, buenas comunicaciones y climas más benignos. La industrialización ha suavizado la importancia de esta adaptación al medio. Pero aun así las zonas montañosas o muy continentalizadas siguen estando peor pobladas.
  2. Factores socioeconómicos: la posibilidad de encontrar más oportunidades laborales o mejores condiciones de vida en las regiones económicamente más dinámicas las convierte en centros de atracción de movimientos migratorios. Este es el principal factor que en España ha potenciado el desarrollo demográfico de los núcleos urbanos frente al ámbito rural, así como de la periferia frente al interior.
  3. Factores demográficos: la demografía se retroalimenta a sí misma. Una población envejecida, porque en ella los jóvenes tienen pocos niños o porque muchos jóvenes han emigrado, es una población en la que en el futuro nacerán menos niños. En cambio, las zonas en las que tradicionalmente se da una elevada fecundidad o en las que hay mucha población joven por efecto de la inmigración tendrán un mayor crecimiento natural.

Estos factores generales han provocado en España un desequibrio demográfico entre los territorios más densamente poblados de Madrid y la periferia peninsular, por un lado, y la mayoría del interior peninsular, mucho más despoblado, por el otro. Este desequilibrio, cuyos orígenes remontan a la crisis demográfica del siglo XVII, se ha intensificado a partir del siglo XIX como consecuencia de la industrialización y de la consiguiente urbanización.

Como resultado, actualmente la densidad media de población en España es de unos 92 hab/Km2, algo por debajo de la media de la Unión Europea (118 hab/Km2). Los avances en telecomunicaciones y transportes en los últimos años han moderado algo los desequilibrios territoriales, pero aún hay fuertes contrastes. Frente a provincias que han alcanzado una elevada densidad de población (como Barcelona, con más de 700 hab/Km2), otras han perdido habitantes y muestran densidades de población muy bajas (como Soria, que no llega a 9 hab/Km2). Un fenómeno fundamental ha sido la urbanización de la población. Cerca del 80% de la población española se concentra en municipios mayores de 10.000 habitantes, si bien en los últimos años la población ha tendido a dispersarse algo más hacia municipios menores.