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2.1. Carlos V (1517-1556)

La política matrimonial de los Reyes Católicos acabó teniendo un resultado de gran trascendencia. Una de sus hijas, conocida popularmente como Juana la Loca, fue casada con Felipe el Hermoso, hijo de María de Borgoña y del emperador Maximiliano I de Austria. A la muerte de Isabel, Juana y Felipe heredaron el trono de Castilla, pero Felipe el Hermoso murió poco después y Juana fue declarada incapacitada mentalmente para ocupar el trono. Poco después murió Fernando de Aragón. Como resultado, el hijo de Juana y Felipe, Carlos, acabó concentrando la enorme herencia de sus cuatro abuelos:

Árbol genealógico de Carlos V
Árbol genealógico de Carlos V
  • De su abuela materna, Isabel de Castilla, heredó la Corona de Castilla, que fuera de la Península incluía las plazas fuertes en África, las Canarias y los dominios en América.
  • De su abuelo materno, Fernando de Aragón, heredó la Corona de Aragón, que fuera de la Península incluía Cerdeña, Sicilia y Nápoles.
  • De su abuela paterna, María de Borgoña, heredó los dominios de la Casa de Borgoña, que incluían los Países Bajos (Flandes) y otras posesiones en la frontera oriental de Francia (Franco Condado...)
  • De su abuelo paterno, Maximiliano I de Austria, heredó los dominios de la Casa de Habsburgo (o Casa de Austria), en torno a la actual Austria, así como el derecho a ser elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. El emperador alemán era una especie de rey de reyes, que lideraba a los numerosos príncipes que gobernaban los Estados que componían el Imperio.

El imperio europeo de Carlos V
Modificación propia de mapa de IEG-Maps. Licencia CC
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Carlos comenzó a gobernar en Castilla y Aragón en 1517. En 1519 recibió la herencia de sus abuelos paternos y logró ser elegido emperador. En Castilla y Aragón fue conocido como Carlos I, pero en sus territorios alemanes recibió el nombre de Carlos V. Con él concluyó la dinastía de los Trastámaras y comenzó una nueva dinastía: los Austrias.

A lo largo de su reinado, Carlos V logró ampliar la herencia recibida:

  • Incorporó a sus dominios austríacos los reinos de Hungría y Bohemia.
  • Se apoderó de Milán.
  • Sus posesiones americanas se extendieron por Centroamérica y el oeste de Sudamérica. Los principales episodios de esta expansión fueron la conquista por Hernán Cortés del Imperio Azteca, que se extendía por Centroamérica, y la conquista por Francisco Pizarro del Imperio Inca, que se extendía por los Andes. Como consecuencia del Tratado de Tordesillas (1494), la conquista del extremo oriental de Sudamérica quedó reservada a Portugal.

Los comienzos del reinado de Carlos V fueron complicados en la Península. El joven rey llegó rodeado de una corte dominada por flamencos, lo que suscitó el malestar entre los nobles castellanos y aragoneses. Además, necesitaba grandes recursos para financiar la campaña por conseguir el trono imperial, por lo que lo primero que hizo en sus nuevos reinos fue pedir a sus respectivas Cortes la aprobación de grandes subsidios, es decir, del pago de una gran suma al rey. Tras marchar el rey, el descontento de la nobleza y de las ciudades con representación en cortes estalló en la guerra de las comunidades, en la que los comuneros se levantaron en armas y trataron de ofrecer el trono a Juana la Loca. Mientras esto sucedía, en Valencia estalló otro levantamiento, las Germanías, un conflicto social que enfrentó a la burguesía y pequeña nobleza ciudadanas con la alta nobleza. Carlos V logró sofocar ambos conflictos, pero a cambio tuvo que conceder un mayor protagonismo a la nobleza castellana y prestar una mayor atención a los intereses peninsulares.

Solucionados los problemas peninsulares, Carlos V pudo centrarse en su política exterior, que se orientó en torno a tres grandes ejes:

1) La rivalidad con Francia. Carlos V heredó la vieja rivalidad entre Francia y la Corona de Aragón, que se convirtió ahora en una lucha por la hegemonía en Europa. La rivalidad se veía acentuada por el peligro que para Francia suponía el encontrarse prácticamente rodeada de las posesiones de Carlos V. Esta rivalidad dio lugar a sucesivas guerras entre Carlos V y Francia, cuyo resultado puede considerarse un empate.

2) La guerra contra el Imperio Turco. El Imperio Turco Otomano se había convertido en una gran potencia mediterránea. En época de Carlos V se había extendido por todos los Balcanes, apoderándose de casi toda Hungría y llegando a la puertas de Viena. Además protegía a los reinos musulmanes berberiscos del norte de África, que ejercían la piratería contra las costas europeas. Carlos V consiguió frenar el avance turco por el centro de Europa y trató de reducir el poder de los reinos berberiscos conquistando plazas fuertes como Túnez, pero en este ámbito no obtuvo los resultados deseados.

Tiziano, Carlos V en la Batalla de Mühlberg
Tiziano, Carlos V en la Batalla de Mühlberg (1548. Museo Nacional del Prado)
El pintor veneciano retrató a Carlos V con gesto heroico tras su victoria en Mühlberg (1547) contra una coalición protestante. No obstante, reveses posteriores le obligaron a aceptar una solución de compromiso.
Imagen de Museo Nacional del Prado. Autorización de uso educativo.

3) El problema protestante. El título de emperador dio a Carlos V una gran autoridad a escala europea, que él trato de utilizar para unir a todos los países cristianos frente al Islam. Pero esta unidad fue imposible y el precio de la autoridad imperial fue la entrada en una serie de interminables conflictos que absorbieron demasiada energía a los reinos peninsulares.

El principal conflicto surgió como consecuencia del nacimiento del movimiento protestante. En 1517 un monje alemán, Martín Lutero, escandalizado por la corrupción de la Iglesia Católica, comenzó a predicar una nueva doctrina que defendía la ruptura con esta institución. A la doctrina luterana pronto se unieron otras (por ejemplo el calvinismo), englobadas por los católicos bajo el término protestantismo. Muchos creyentes cristianos abrazaron las doctrinas protestantes y muchos príncipes alemanes las adoptaron como religión oficial en sus estados como forma de reducir la influencia de la Iglesia católica e incrementar su propio poder político. Carlos V defendía la idea de la unión de todos los cristianos bajo la Iglesia Católica, así que no podía permitir la ruptura del cristianismo europeo. Además sabía que el objetivo último de los príncipes protestantes era aumentar su propio poder frente al emperador. El resultado fue una sucesión de guerras que enfrentaron a Carlos V y sus aliados católicos contra coaliciones de príncipes protestantes. Finalmente Carlos V tuvo que admitir que en cada estado alemán los súbditos fueran de la misma religión que su jefe de Estado, pero siguió persiguiendo el protestantismo en sus dominios católicos.