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3.1. Factores de la red hidrográfica española

Las características de la red hidrográfica española dependen de una serie de factores:

  • El clima determina el caudal de los ríos y su régimen fluvial. De las precipitaciones depende la cantidad de agua que en cada momento del año alimenta el curso de ríos y otras masas de agua. De las temperaturas depende la pérdida de agua por evaporación. El clima establece una primera clasificación de los ríos españoles:
    • Los ríos de la España húmeda, de caudal regular y abundante.
    • Los ríos de la España seca, de caudal irregular.
    • Los ríos de la España árida, de caudal escaso y prolongados estiajes.
  • El relieve determina la pendiente de los ríos y la dirección en la que fluyen. En cuanto a la dirección, la disposición del relieve español hace que su red hidrográfica muestre dos características principales:
    • Las distintas vertientes muestran una gran asimetría, ya que las aguas de casi el 70 % del territorio peninsular desembocan en el Atlántico, mientras sólo las del 30 % restante desembocan en el Mediterráneo. La causa es la inclinación hacia el Atlántico de la Meseta.
    • Los grandes cursos fluviales peninsulares tienden a correr en paralelo de este a oeste, siguiendo la orientación alpina de los grandes relieves peninsulares.
  • La litología condiciona el cauce y caudal de los ríos de dos formas:
    • Los roquedos más permeables, especialmente el roquedo calizo, favorecen la filtración del agua hacia el subsuelo y el desarrollo de cursos subterráneos, provocando cursos superficiales más débiles. En cambio, los roquedos más impermeables, como el silíceo o el arcilloso, favorecen el curso superficial de los ríos.
    • La diferente resistencia de los terrenos a la erosión o a la descomposición química determinan la capacidad erosiva de los cauces fluviales y en qué medida se extienden en horizontal, como en las campiñas arcillosas, o excavan cañones, como en los relieves cársticos y algunos silíceos.
  • La vegetación condiciona el régimen fluvial y el cauce, ya que cuando es abundante regulariza el caudal y detiene la erosión.
  • Finalmente, el ser humano altera el caudal, los cauces y el régimen fluvial mediante su consumo, la contaminación y la realización de obras hidráulicas.