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1. El sistema de ciudades en España

Uno de los rasgos característicos de las sociedades postindustriales es su carácter urbano. A partir de la Revolución Industrial la población urbana de los países industrializados ha crecido mucho más que la rural, hasta llegar a predominar sobre ella. El fenómeno se ha extendido y hoy es global. Desde 2008 hay en el mundo más población urbana que población rural, algo que nunca antes había sucedido. Los efectos sociales, culturales y ecológicos de esta revolución urbana son espectaculares. La ciudad se ha convertido, además, en el centro de referencia cultural del mundo contemporáneo. Las nuevas ideas, las nuevas formas de organización y los nuevos hábitos de vida tienden a venir de la ciudad o a asimilarse a los que surgen de ella.

La magnitud que más claramente permite medir el fenómeno urbano es la tasa de urbanización, es decir, el porcentaje que representa la población urbana con respecto a la población total en un determinado territorio.

Evolución histórica de la tasa de urbanización a escala mundial (izquierda), en la Unión Europea y en España (derecha)
Imágenes de Banco Mundial. Licencia CC
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Sin embargo, el propio concepto de ciudad es problemático. Existen varios criterios para definir qué es es una ciudad. El más simple es el criterio cuantitativo.

  • Tradicionalmente el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha considerado ciudad a cualquier municipio que tenga al menos 10.000 habitantes. Pero este criterio tienes varios problemas. En primer lugar, la cifra elegida como límite es puramente convencional y, de hecho, varía de un país a otro. En segundo lugar, una misma cifra bruta de población puede implicar modelos de poblamiento muy distintos según el grado de concentración de la población en cada zona. En tercer lugar, la delimitación administrativa de un municipio no sirve en realidad para delimitar la parte de él que es urbana.
  • La ciudad se define también por su alta densidad de población. Hoy en día las administraciones suelen delimitar lo que es una ciudad recurriendo a modelos complejos que combinan los datos totales de población con su distribución en el espacio. Pero los procedimientos empleados no son simples ni gozan de aceptación universal.

Antes estas limitaciones, los criterios cuantitativos se combinan con criterios cualitativos. Podemos contar los siguientes:

  • Desde el punto de vista morfológico, una ciudad se define por su trama densa y el predominio de edificaciones colectivas y en altura.
  • Desde el punto de vista funcional, la ciudad se suele caracterizar por el predominio de los sectores secundario y terciario.
  • Desde el punto de vista sociológico, la ciudad se caracteriza por una sociedad individualista, que estimula una cultura más dinámica pero también crea mayores fenómenos de aislamiento y marginación.
  • Desde el punto de vista espacial, la ciudad se caracteriza por su capacidad para modificar en función de ella el espacio que la rodea, convirtiéndose en punto de atracción de flujos demográficos y económicos, cuyo reflejo más visible son las redes de comunicación.

El fenómeno urbano español es el resultado de un largo proceso histórico de urbanización. Los primeros núcleos urbanos surgieron durante la Antigüedad, como resultado del contacto con los pueblos colonizadores llegados del Mediterráneo oriental y central: fenicios, griegos y cartagineses. La mayoría de los núcleos urbanos se concentraban en la costa atlántica andaluza, el litoral mediterráneo y los valles del Ebro y el Guadalquivir. A partir de estos núcleos, bajo el dominio romano se desarrolló una red urbana extraordinariamente densa, que quedó conectada mediante la primera gran red viaria peninsular.

Durante la Edad Media se produjo un debilitamiento del fenómeno urbano. En los territorios de al-Ándalus se conservó parte de la tradición urbana romana, pero en los reinos cristianos del norte las ciudades prácticamente desaparecieron. Con el tiempo, la expansión hacia el sur de los reinos cristianos y la consiguiente repoblación provocó una lenta reurbanización, que dio lugar a una red urbana caracterizada por el mayor peso que adquirieron las poblaciones del interior peninsular.

Entre el final de la Edad Media y la Edad Moderna se produjo un florecimiento de grandes ciudades comerciales en el litoral mediterráneo y atlántico, gracias a la reactivación del comercio internacional, mientras que la crisis del siglo XVII provocó el declive demográfico y urbano del interior peninsular. Desde el siglo XVI el establecimiento de la capital en Madrid hizo que se convirtiera en la excepción a esa regla.

La industrialización dio un impulso sin precedente al fenómeno urbano. Antes de la revolución industrial la tasa de urbanización no superaba el 10 % de la población. Hoy ronda el 80 %. Las razones de esta intensa urbanización son dos. En primer lugar, la industrialización permitió que una pequeña parte de la población dedicada al sector primario fuera capaz de alimentar al resto. En segundo lugar, el rápido crecimiento del sector secundario y terciario concentró en las ciudades las mayores oportunidades de encontrar trabajo. A esos factores económicos deben sumarse factores de tipo administrativo como los que ya hemos visto en el caso de Madrid: ser capital provincial, autonómica o estatal estimula el crecimiento de una ciudad.

Junto al acelerado aumento de la urbanización, el período contemporáneo se ha caracterizado por la concentración de la urbanización: los núcleos mayores han crecido más rápidamente, mientras los núcleos menores perdían habitantes. Hoy en día, en torno al 68 % de la población española habita en municipios de más de 50.000 habitantes. No obstante, en los últimos años esta tendencia se ha moderado ante un nuevo fenómeno conocido como dispersión de la urbanización o urbanización difusa, que consiste en que la urbanización se extiende a los núcleos más reducidos a la vez que crecen las fórmulas de poblamiento a mitad de camino entre lo rural y lo urbano (áreas periurbanas, suburbanas y rururbanas). Varios factores explican este fenómeno.

  • El sector industrial pierde importancia por la crisis industrial y la deslocalización, a la vez que gana importancia el sector terciario, mucho más disperso en su localización.
  • La mejora en las comunicaciones y telecomunicaciones hacen a la actividad económica más independiente de las limitaciones espaciales.
  • La saturación de las grandes ciudades (tráfico, elevado precio del suelo, estrés) hace que se busquen lugares más despejados para desarrollar la actividad económica o buscar la residencia. Eso ha beneficiado a los municipios de dimensiones medias, que son los que más crecen en este período.

El resultado de este largo proceso de urbanización es el actual sistema de ciudades español. Un sistema de ciudades (o sistema urbano) es el conjunto jerarquizado de ciudades que se dan en un territorio y que se relacionan entre sí y con su entorno mediante flujos de información, capital, personas y mercancías. La posición que cada ciudad ocupa dentro de este sistema depende de su tamaño, la función socioeconómica que cumple en el conjunto y la extensión del área de influencia a la que presta sus servicios o suministra sus bienes.

El sistema de ciudades español se caracteriza por la siguiente jerarquía urbana.

a) Metrópolis nacionales

En la cumbre de la jerarquía urbana se encuentran las dos metrópolis nacionales: Madrid y Barcelona. Ambos municipios superan ampliamente el millón de habitantes (Madrid supera los tres millones). Además de su gran población como municipios, ambas ciudades son el centro de las dos mayores áreas metropolitanas de España, que en el caso de Madrid supera los 6,5 millones de habitantes y en el de Barcelona se acerca a los 5 millones. La gran distancia entre estas dos metrópolis y el resto de ciudades es uno de los rasgos más característicos del sistema interurbano español. En cuanto a sus funciones, las dos metrópolis nacionales se caracterizan por prestar al exterior servicios muy diversificados y altamente especializados. Su área de influencia se extiende por todo el Estado y son los principales puntos de contacto con las restantes ciudades del Estado y con las metrópolis de otras partes del mundo.

Jerarquía urbana española en 2016
Elaboración propia a partir de base cartográfica del IGN y datos de INE. Urban Audit.
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b) Metrópolis regionales

A gran distancia de Madrid y Barcelona se encuentran las cinco metrópolis regionales: Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza y Bilbao. A excepción de Bilbao, la población de estos municipios supera los 500.000 habitantes. Sus áreas metropolitanas están por encima de los 700.000 habitantes y en el caso de Valencia y Sevilla llegan a superar el millón y medio de habitantes. En cuanto a sus funciones, prestan a sus áreas de influencia servicios especializados y de alto nivel. Su área de influencia es regional y mantienen relaciones intensas con las metrópolis nacionales.

c) Metrópolis subregionales o regionales de segundo orden

Se puede integrar en este grupo las ciudades con poblaciones entre los 200.000-500.000 habitantes y con áreas metropolitanas más modestas. Destacan Murcia, Palma de Mallorca y Las Palmas de Gran Canaria, con áreas metropolitanas de más de 600.000 habitantes. En Andalucía pertenecerían a este grupo Córdoba, Granada y Jerez de la Frontera (aunque las mayores áreas metropolitanas andaluzas después de Sevilla y Málaga son, por este orden, Granada, Córdoba, Marbella, Cádiz, Huelva, Almería y Jerez). En cuanto a sus funciones, siguen ofreciendo a sus áreas de influencia servicios especializados y diversificados. Su área de influencia abarca una o unas pocas provincias.

d) Ciudades medias

Son ciudades con una población entre 50.000-200.000 habitantes. Casi todas las capitales provinciales no incluidas en los apartados anteriores son ciudades medias. En cuanto a sus funciones, son las restantes capitales de provincias o ciudades muy especializadas en un sector concreto. En Andalucía destacan, además de las capitales, ciudades con función predominantemente turística (como Marbella, con más de 140.000 habitantes), grandes puertos (como Algeciras, con más de 120.000 habitantes) o ciudades integradas en las áreas metropolitanas de ciudades más grandes (el mejor ejemplo es Dos Hermanas, con más de 130.000 habitantes). En cuanto a su distribución, la mayoría de las ciudades medias andaluzas se concentra en las provincias de Málaga, básicamente por efecto del turismo, y Cádiz, sobre todo por el dinamismo económico del núcleo portuario e industrial del Campo de Gibraltar y del área urbana de Cádiz. El área de influencia de las ciudades medias es provincial o comarcal.

Jerarquía urbana andaluza en 2016
Elaboración propia a partir de base cartográfica del IGN y datos de INE. Urban Audit.
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e) Ciudades pequeñas o villas

Esta categoría engloba a todos los núcleos urbanos con una población entre 10.000 y 50.000 habitantes. Sus funciones son mucho menos especializadas. Destaca la prestación de servicios y equipamientos al entorno, aunque también son frecuentes las poblaciones vinculadas a áreas metropolitanas o las agrociudades, especialmente en el sur de España. Una agrociudad es una ciudad cuya economía está ligada sobre todo a la agricultura y cuyos patrones sociológicos tienden a asimilarse a los del mundo rural. Su área de influencia es comarcal.