Cualquier sistema automático está constituido por tres bloques:
- un sistema de entrada, que recoge la información de inicio, o lo que se quiere realizar.
- un sistema de mando o control (llamado también planta o proceso), que genera las órdenes precisas para que se ejecuten las acciones.
- un sistema actuador que realiza la acción física que se pretende. Aquí tendremos la señal de salida, que ha producido mi sistema.
Para comprender la base de un sistema de regulación y control vamos a considerar como actúa un tirador de precisión. En el inicio del proceso el tirador apunta sobre la diana y dispara. Si el impacto ha resultado bajo, en el próximo intento corregirá la posición del arma levantándola. Por el contrario si el proyectil va alto, en la siguiente oportunidad volverá a corregir su posición, bajándolo ligeramente. El proceso continuará así sucesivamente, hasta que consiga el resultado deseado que es impactar en la diana.
En este ejemplo el tirador será el elemento de mando (da las órdenes de subir o bajar el arma) y su brazo será el actuador. El proceso descrito se basa en el método de prueba y error.
En los sistemas de regulación y control automáticos se sustituye el componente humano por un mecanismo, circuito eléctrico, electrónico o, un ordenador. En este caso, el sistema de control sería automático.
Un ejemplo de estos sistemas es el control de temperatura de una sala empleando un termostato. En este caso se programa una temperatura de referencia considerada confortable, cuando la temperatura de la sala sea inferior a la programada, se dará orden de producir calor, con lo que la temperatura ascenderá hasta el valor programado, cuando se alcanza esta temperatura la calefacción se desconecta automáticamente.