![]() |
|
| Francisco de Goya, retrato de Carlos III de caza (hacia 1786. Museo Nacional del Prado) Imagen de Museo Nacional del Prado. Autorización de uso educativo. |
El siglo XVIII es llamado el Siglo de las Luces en referencia al movimiento cultural que lo caracterizó, la Ilustración. Este movimiento defendía la autonomía de la Razón, la necesidad de libertad intelectual para difundir su uso y la confianza en que su difusión permitiría traer el progreso espiritual y material a los pueblos. Aunque la Ilustración defendía la Razón por encima de toda autoridad o creencia, no era un movimiento revolucionario. La mayoría de los ilustrados, precisamente por su confianza absoluta en el poder de la razón, creían que la reforma, es decir, el cambio gradual de las cosas sin romper con el orden establecido, era la vía adecuada para avanzar hacia el progreso.
Francia fue la cuna de la Ilustración. No es extraño, por tanto, que la llegada de una dinastía francesa potenciara la difusión en España de este movimiento cultural. De esa forma, el reformismo, es decir la defensa del cambio mediante reformas graduales, se convirtió en el gran lema de la España del siglo XVIII. La dinastía de los Borbones adoptó en general el ideal reformista. Sus reyes se sumaron por ello al modelo político conocido como despotismo ilustrado. El despotismo ilustrado es una forma de monarquía absoluta que adopta los principios y estrategias de la Ilustración, de tal forma que el Rey se ve a sí mismo como un benefactor ilustrado, cuya función es traer el progreso cultural y material a su pueblo. El famoso lema Todo por el Pueblo, pero sin el Pueblo describe muy bien este modelo político. Carlos III (1759-1788) es su máximo exponente.

